La moda de las mascotas exóticas puede convertirse en disgusto si no se ejerce una tenencia responsable, porque hay ejemplares que requieren grandes cuidados, ganan mucho tamaño o se comportan distinto al crecer, lo que causa un problema creciente: la suelta en el medio natural con la amenaza a las especies autóctonas y a la biodiversidad.

Ejemplos hay muchos, pero casos típicos suelen ser las tortugas de Florida, los carpines rojos, la cotorra argentina o, incluso, los mapaches.

Son especies originarias de otras latitudes, pero que entran en España de forma artificial y que logran adaptarse, algunas convertidas en exóticas mascotas.

Aunque está prohibida la posesión y también el tráfico y el comercio con las especies incluidas en Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, hay un punto de inflexión: el 2 de agosto de 2013, cuando se publicó el real decreto que regula ese listado.

Según lo que establece el Ministerio, quien tuviera antes de esa fecha uno de estos animales como mascota y quiera conservarlo debe registrarlo en la Consejería competente de su región, ponerle un chip y hacerle pasaporte, además de firmar una declaración responsable.

Y ante todo la premisa es nunca liberar estos ejemplares en el medio natural porque los perjuicios que generan son importantes: desplazan a especies autóctonas, provocan pérdida de biodiversidad y también alteran el paisaje y los ecosistemas.

La Consejería de Medio Ambiente de Cantabria explica a EFE que las especies invasoras pueden ser inmunes a algunas enfermedades que sí transmiten a la fauna local y que "aniquilan" a las autóctonas. Pasa por ejemplo con el cangrejo americano y el de río, pero no es un caso único.

Además, estas especies se reproducen con facilidad, se cruzan con las autóctonas y llegan a colonizar los espacios.

Pero no solo hay problemas con la fauna autóctona, también generan grandes pérdidas en las cosechas y en la producción forestal, pueden transmitir parásitos y enfermedades a los seres humanos y tienen altos costes de erradicación.

A ello se unen las molestias que generan en entornos urbanos, en forma de ruidos, malos olores o alergias, y que muchas veces son el detonante de la suelta.

"La gente compra mascotas sin ningún control, no sabe lo que está comprando, se aburre de ellas y al final sí que va un poco el tema a mayores, porque cuando molestan en casa las sueltan en parques o espacios naturales", destacan técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de Cantabria.

En esta región, por ejemplo, se han detectado mapaches en el río Asón, aunque lo que más frecuente en cuanto a especies invasoras en espacios naturales son los carpines rojos en las charcas o las tortugas de Florida en zonas acuáticas o parques.

En el de Las Llamas de Santander, un gran humedal urbano recuperado hace 15 años en la capital, es difícil no ver estas tortugas de Florida al dar un paseo.

Nacho Fernández, biólogo de SEO/BirdLife que hace censos de aves en este parque, señala a EFE que "hay un montón" y también patos domésticos que la gente ha soltado.

"Parece raro pero hay gente que se compra un patito para tenerlo en un piso. Lo ven mono pero no se dan cuenta de que crece y huele mal. ¿Y qué hacemos con el pato después? Pues a soltarlo al parque, y es un problema porque se cruza con el ánade real y generan híbridos", señala.

Otro de los casos es el de la cotorra argentina, que fue introducida en España a través del comercio legal en los ochenta. El ruido en las casas ha provocado su suelta y hoy pueden considerarse una plaga y un peligro para la agricultura.

A las autoridades de medio ambiente les preocupa este tema. No solo el Ministerio de Transición Ecológica, sino también a los gobiernos autonómicos.

Para tratar de frenar el problema impulsan campañas de sensibilización, ponen en marcha estrategias, hacen controles periódicos o trampeo, y también en algunos casos llevan censos de mascotas invasoras.

Además el mensaje que trasladan las autoridades y expertos es claro: no liberes a tu mascota exótica en el medio natural, porque estos animales suelen morir por el hambre o depredadas por otro y, si no, perjudican al medio ambiente, compitiendo con las especies autóctonas, transmitiendo enfermedades y causando pérdidas de biodiversidad.