Cada vez hay más mascotas en las casas de los españoles. Y los gatos ganan presencia. Su carácter hogareño y discreto, aunque con sus peculiaridades, asociadas a su deseo de libertad y exploración. Una de las dudas más frecuentes sobre el cuidado de los gatos tiene que ver con su aseo. Aunque es evidente que, como cualquier animal, necesita una higiene, lavar a un felino no debe ser una tarea que vaya más allá de dos o tres veces al año, según los expertos.

¿Cuáles son las razones por las que el gato no requiere de un baño frecuente? Pues tienen que ver sobre todo con su propio funcionamiento, en el que el animal completa su propio acicalamiento. No es raro ver al gato emplear sus dientes y su lengua para limpiarse y sacar el pelo no deseado. El gato acostumbra, además, a ser un animal limpio, como prueba el hecho de ser escrupuloso a la hora de hacer sus necesidades siempre en el arenero.

Es conocida la profunda aversión de los gatos al agua, por más que muchos de sus dueños les vean pulular por el lavabo para poder beber agua del grifo. La razón estriba en que el pelo del gato contiene unas potentes feromonas que funcionan como huellas que, al rozarse, dejan en personas y objetos con objeto de identificarlos. Limpiar su vello hace que pierdan esas feromonas, lo que les disgusta.

No obstante, esto no significa que el gato no necesite de la ayuda humana para su higiene y cuidado. Es por eso que conviene cepillarle, preferiblemente de forma semanal, para retirarle el pelo que se acumula en demasía, sobre todo en el lomo. No obstante, si el gato tiene mucho vello, es aconsejable realizar el cepillado todos los días.

Además de eso, tampoco hay que olvidar que, efectivamente, el gato también necesita pasar por la bañera, aunque no le guste y las dificultades sean máximas para sus dueños. Para facilitar la labor, conviene tomar una serie de pasos previos y aspectos que merece la pena conocer para que el animal no se asuste con un elemento, el agua, ante el cual se siente muy incómodo.

Lo primero será recurrir a unos guantes que puedan protegernos de los previsibles arañazos del gato. Lo siguiente será colocar una toalla o un trapo, de manera que el gato pueda agarrar sus uñas y a la superficie y así no se resbale. Asimismo, una vez que empecemos a bañarle, hay que tener cuidado en que no le entre agua al oído.

Es importante emplear agua templada, no demasiado fría ni caliente, y usar asimismo un champú específico para felinos, nunca el de personas o perros. Es aconsejable no hacer el lavado de manera brusca para no asustar más al gato en una situación de mucho estrés para el animal. Para secarlo, lo mejor es emplear varias toallas, acariciando con suavidad al gato. Por último, para recompensarle y conducirle mejor la próxima vez, es bueno obsequiarle con alguno de sus alimentos favoritos.