"Relax" es lo que recomienda para este fin de semana Paula Echevarría (Candás, Asturias, 1977) a todos sus seguidores a través de su cuenta en una red social a la que suma, cada día que pasa, cientos de seguidores.

La primera que se lo tendrá que aplicar es ella, porque por enésima vez está en boca de todos la estabilidad de su matrimonio con David Bustamante (San Vicente de la Barquera, 1982), igual de famoso y quizás con más mano izquierda que su mujer para seguir el consejo de relajación de ésta. Porque la candasina, por muy dulce y divertida que sea la imagen que transmite a través de los medios de comunicación, es de armas tomar y como a todo buen asturiano a veces le pierde el genio. Hay pruebas. La última vez que habló en público de los constantes rumores de divorcio que le acechan no pudo evitar soltar varias perlas en lo referente a cómo puedan afectarle a su hija, Daniella.

"A mí me da igual, a David también y a nuestros padres, pero me importa mi hija. El día que venga llorando, disgustada o que le hayan contado... Ese día va a arder Troya", espetó a los periodistas meses atrás. Y más tarde abundó, por si quedaba alguna duda: "No me hace ni puta gracia, dicho claro".

Así las cosas, poco "relax" debe de tener la mujer este fin de semana, después de que el viernes los medios se hicieran eco, en cascada, de que la pareja atraviesa una crisis y el divorcio está a la vista. Si lo habrá o no, tarde o temprano se sabrá. La cuestión es hasta qué punto hay derecho a hablar de ello tan alegremente y, mucho más, a difundirlo, especular y analizar hasta la saciedad los últimos movimientos de la actriz y bloguera y del cantante para encontrar alguna señal que indique que su relación hace aguas.

Hoy en día es mucho más fácil difundirlo y mucho más difícil ponerle cerco debido a la digitalización de los medios: salta la chispa (el rumor) y allá se extiende. Hace una década, por ejemplo, la cosa estaría por ver y habría que esperar al quiosco rosa de los miércoles, toda una tradición en España, para que, previa confirmación y de haberla, las revistas recogiesen la crisis matrimonial.

La "no noticia" (de momento) está ahí en boca de todos. Pero la "noticia" no ha llegado y sus protagonistas se niegan a responder en redondo sobre ello a los que les han preguntado. Su derecho tienen, como el resto del mundo a especular de una pareja que explota al máximo su faceta pública a modo de trabajo.

En agosto celebrarán once años de casados tras su sonada boda en Covadonga. O no. Relax.