A pesar de las obras alrededor del Palazzo del Cinema y sus correspondientes protestas por parte de los habitantes del Lido, la Mostra de Venecia contraatacó con glamour en su inauguración con un ave delicada llamada Natalie Portman, que llevó su «Black Swan» a la alfombra roja.

La actriz, cuya encarnación de una atormentada bailarina de ballet fue destacada como lo mejor del filme inaugural, volvió a demostrar que su plumaje es el de las grandes estrellas de Hollywood y no eligió para su aparición ni el negro ni el blanco de los cisnes, sino el rojo escotado con pedrería rematado con el pelo recogido en dos caracoles sobre la nuca.

Junto a la elegancia de la pequeña pero deslumbrante Portman, el cineasta neoyorquino Darren Aronofsky, que había llamó la atención en la rueda de prensa con sus gafas ahumadas, la podría haber llamado aún más sobre la alfombra roja si hubiera aparecido con su compañera sentimental, Rachel Weisz. Así queda inaugurada la alfombra roja de la 67 edición de la Mostra.

Quentin Tarantino comenzó su trabajo de presidente del jurado y quitó hierro a la supuestamente incómoda tarea de calificar el trabajo de sus compañeros. «Yo siempre juzgo una película cuando la veo», expresó. También brilló con luz propia Jessica Alba, protagonista de «Machete», sobre corrupción e inmigración en EE UU. Alba cree que su país necesita «desde hace mucho tiempo» reformas inmigratorias y no una ley como la SB1070 del Estado de Arizona, que califica de «racista».