La joya de Grasse: en esta zona de la Provenza, frente al sol dorado de la Côte Azur, ya en el siglo XII empiezan a perfumar guantes, botas y carrocerías de cuero para que pierdan el olor del establo. Una visión: en 1921 Chanel le encarga a su perfumista particular, Ernest Beaux, su primer perfume, el Nº 5. La base es el jazmín. Un patrimonio inmaterial: a mitad del siglo XX los agricultores van cediendo tierras a los promotores inmobiliarios. La Maison quiere garantizar sus esencias, por ello, desde 1987 Chanel se une a la familia Mul, productores de flores fragantes que combinan cinco especies preciosas para sus frascos: rosa de mayo, el jazmín, la tuberosa, el geranio y el iris. Olivier Polge (Grasse, 1974), le nez de Chanel, desprende la misma ligereza y a la vez voluptuosidad de sus perfumes.