El ajedrez es arte y cálculo. Carmen Kass lo aprendió desde pequeña. Su padre era maestro de este juego y tenían un tablero colgado en la pared de la cocina. Se planificaban campeonatos familiares y todo el día se pensaban estrategias para dominar la partida. Empezaban los años ochenta y Tallín (Estonia), la ciudad donde nació Carmen en 1978, era parte de la Unión Soviética. El ajedrez era un magnífico entrenamiento del pensamiento abstracto y una buena vía de evasión intelectual.