En 1998, un japonés llamado Takeya Takafuji inventó un dispositivo, parecido a un beeper, llamado Lovegety. Ponía en contacto a personas abiertas a entablar una relación sentimental, y aunque no terminó de cuajar -la mayoría de portadores eran hombres, y en las abarrotadas calles y discotecas japonesas costaba identificar de dónde provenía la otra señal- sentó el precedente de que la tecnología podía ayudar a ligar.