Hay una gran demanda de bikinis en Navidad. No es broma. Piensa en todas esas mujeres adineradas que huyen del frío en islas caribeñas o mansiones de Palm Springs. Ellas, que también apuran los últimos días de nieve en Gstaad y necesitan ropa de esquí en mayo. A todas esas compradoras de lujo y viajeras empedernidas van dirigidas las precolecciones. En teoría. Porque por mucho que esta sea la razón oficial que dan marcas y directores creativos para hacer un mínimo de cuatro desfiles al año (los clásicos primavera/verano y otoño/invierno, más el prefall y el resort), lo cierto es que los motivos son bien distintos y mucho menos glamurosos...