La moda siempre se decide a destiempo. La colección de invierno se elabora en la época de las lilas y los cerezos. La de verano, con la caída de la hoja y los primeros copos de nieve. Es lo que decía Dior, que no cejó en su empeño de transformar a la mujer en una flor, de rescatar la feminidad perdida en esos años marcados por la austeridad de la posguerra. “He creado a la mujer flor. Con hombros y pechos generosos, cinturas estrechas como tallos y faldas que se inflan como pétalos”, explicaba exultante tras su primer desfile de 1947...