España tiene una riqueza de obras arquitectónicas y monumentales incuestionable. No obstante, a lo largo de toda la geografía nacional hay edificios horribles, odas al mal gusto que chocan con su entorno y provocan una mueca inevitable al transeúnte.

Walden 7 de Sant Just Desvern, Barcelona

El inmueble pertenece al taller de arquitectura de Ricardo Bofill. Originalmente se le denominó Ciudad del Espacio y pretendía construir una gran cantidad de viviendas autogestionadas para simular una pequeña ciudad en vertical, con casas y pisos, calles, tiendas y comercios.

De esta forma se crea un conjunto en forma de laberinto, con tres bloques alrededor de un gran patio común. Al final por motivos económicos terminó solo construido y habitado un único bloque.

Torre de Rosaleda de Ponferrada

La Torre de la Rosaleda se ha convertido en uno de los edificios emblema de Ponferrada, localidad minera leonesa de 70.000 habitantes. Para lo bueno y para lo malo. Fue un signo de lujo y ostentación, en tiempos de bonanza. Hoy es el símbolo faraónico del exceso y del pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Con más de cien metros de altura, resulta difícil no divisarla casi desde cualquier punto de la ciudad.

La pirámide de Alicante

Uno de los edificios más simbólicos y polémicos de Alicante, el edificio Montreal, conocido como La Pirámide, obra del arquitecto eldense Alfonso Navarro. El edificio, levantado en 1986, tiene 25 plantas en su zona más elevada y ofrece una de las estampas más reconocibles de la zona aunque no a todo el mundo le gusta. "Aquí vivimos muy bien, las habitaciones son grandes y las vistas, maravillosas" señala Rafael, un vecino del edificio que cuenta que "no es una pirámide, es un barco con velas".

Edificio Mirador de Madrid

El Edificio Mirador es un edificio de arquitectura postmoderna que se encuentra en el barrio madrileño de Sanchinarro. Fue desarrollado por el estudio de arquitectura neerlandés MVRDV y la arquitecta madrileña Blanca Lleó.1 El edificio representa una manzana tradicional de un ensanche pero colocada en posición vertical, una concepción tan insólita como pavorosa.

Parroquia de Santa Mónica de Rivas

Aunque recibió el premio de ´mejor diseño de iglesia de 2008´ de la revista internacional ´Wallpaper´, esta parroquia, diseñada por Ignacio Vicens y José Antonio Ramos, choca tanto como por sus formas como por los materiales utilizados (está cubierta de acero cortén). Los arquitectos querían que el edificio fuera una referencia para futuros templos, demostrando que la "Iglesia puede utilizar los lenguajes de la arquitectura de hoy".

Museo Pablo Serrano de Zaragoza

El Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos, popularmente conocido como Museo Pablo Serrano, es un centro dedicado al arte moderno y actual, tal como se aprecia a primera vista. El museo está situado en los antiguos talleres de oficios del hospicio provincial, conocido como Hogar Pignatelli, que fueron rehabilitados por el arquitecto aragonés José Manuel Pérez Latorre para adecuarlos a su nueva función museística.

El Palacio de Festivales de Santander

El edificio está situado frente a la bahía de Santander y sus amplias instalaciones e infraestructura técnica permiten la celebración de congresos y una programación artística continuada durante todo el año. Los materiales que predominan en el edificio son el mármol y el cobre. Su entrada principal se inspira en los teatros griegos y su interior destaca por su lograda acústica.

Ayuntamiento de Barakaldo

La fachada del consistorio de esta ciudad vizcaína mezcla perfilería de aluminio y anclajes en acero inoxidable. Además luce un tono azul por el uso de piedra arenisca y acabado apomazado.