Una opción cómoda, limpia y con precios estables. Esas son tres de las características que hacen que los usuarios que tienen la posibilidad de utilizar el gas natural se decanten por él como fuente de energía principal para la calefacción y el agua caliente sanitaria.

Frente al recurso al gasóleo, el gas natural no está sometido a la fluctuación de precios constante. Además, tampoco requiere almacenamiento del producto ni emite los olores que puedan desprender los hidrocarburos. Evitar el almacenamiento descarga también del engorro que puede suponer hacer un desembolso económico del gasóleo por adelantado.

Otro argumento utilizado por los defensores del gas natural como fuente energética es la menor emisión de dióxido de carbono en comparación con los combustibles fósiles, por lo que también presenta ventajas medioambientales.

Eso sí, el uso del gas natural siempre está condicionado a que exista suministro en la zona, lo que limita su uso a los grandes núcleos de población de la provincia y algunos del entorno en los que ya se ha expandido la red de gas natural, aunque con el tiempo el servicio se irá ampliando a otros núcleos de población.

Por lo que respecta al coste de instalación del gas natural, las compañías que ofrecen el suministro disponen también de distintas posibilidades de financiación con el fin de que no haya que desembolsar de una única vez todo el coste de la instalación inicial en aquellos edificios en los que aún no cuentan con suministro de esta fuente de energía.

Si el edificio ya cuenta con la canalización de gas, la instalación resulta relativamente sencilla y en unos pocos días se puede contar ya con el suministro a la caldera de la vivienda.

Eso sí, esa instalación del enganche, el contador y la acometida hasta la caldera siempre debe ser realizada por un instalador oficial autorizado y contar con los permisos pertinentes para que la casa pueda comenzar a utilizar esta energía tanto para la calefacción como para el agua caliente.