En verano las miradas se vuelven a los exteriores y a las múltiples posibilidades de ocio que ofrecen. Una de ellas es la de disfrutar de una comida o merienda entre amigos en la terraza o en el jardín. No hace falta disponer de un gran espacio ni de un 'atrezzo' de lujo, pero con un poco de imaginación pueden lograrse efectos asombrosos.

Y uno de ellos es el de esa elegancia rústico-chic que enlaza directamente con la más rancia tradición de los picnic de la campiña inglesa y pierde rigor impregnada de la informalidad que siempre aporta la cultura latina. No hace falta disponer de una vajilla de plata o acero inoxidable para comer en el campo. En esa circunstancia es posible arreglarse con divertidos cubiertos de plástico, platos de papel que imitan porcelana de Limoges y vasos de cartón que parecen hechos con el más fino cristal.

El mantel, único o en versión individual, conforma uno de esos elementos a los que no hay por qué renunciar en plena naturaleza, dentro o fuera de casa. Lo más práctico es optar por la fórmula de las telas plastificadas que incluso se venden por metros.

Conocidas firmas de menaje cuentan con todo tipo de utensilios para servir la comida, con divertidas fuentes o ensaladeras realizadas en materiales casi irrompibles. Los manitas siempre cuentan con la posibilidad de poner un toque muy personal en los lazos o cordones para atar las servilletas o platitos para el pan hechos de cartón, con viejos CD o tapas. Los recortes de telas que van quedado de diferentes trabajos en la casa también sirven para improvisar servilletas o paños para apoyar las fuentes.

Cuando se planifica una cena en la terraza también pueden emplearse velas, antorchas en el caso de espacios más amplios y unas sillas cubiertas con confortables almohadones para que la charla resulte interminable.

El encanto del chic descuidado en una mesa campestre

Si es un desayuno social, generalmente se opta por el bufé. Si se trata de un desayuno de trabajo, es más práctico que los invitados se sienten a la mesa. En el salón pondrás la mesa como para un bufé, es decir: las tazas con sus respectivos platillos y cucharitas ordenados sobre un costado, colocados sobre los platos (de tamaño bufé o postre) y los cubiertos necesarios distribuidos ordenadamente su lado, así como las servilletas, dejando lugar para las fuentes y el servicio. Si la mesa es pequeña, el servicio de té o café se puede colocar en una auxiliar, dejando más espacio para la vajilla y los invitados.