Cualquier excusa es buena para aportar un toque alegre a la casa. Las fiestas navideñas resultan ideales para echar a volar la imaginación.

Teniendo en cuenta que los presupuestos no andan demasiado boyantes, este año hay que pensar en toques decorativos sencillos y baratos. Uno de los infalibles son las guirnaldas verdes (nunca mezcladas con otras tonalidades ni brillantinas), que, colocadas sobre la chimenea o alrededor de un espejo, cambian totalmente la apariencia de una estancia.

Este tipo de adorno casa a la perfección con piñas barnizadas en dorado o plateado, o incluso con la típica flor de acebo artificial. Existen imitaciones muy fidedignas. Hay que buscarlas. Y precisamente esa es una de las partes más divertidas de preparar la casa para las fiestas. Los más tradicionales no querrán prescindir del belén o del nacimiento.

Cuando el espacio escasea, se puede optar por composiciones integradas que incluyen las principales figuras del misterio: laVirgen, San José, el Niño y también, dejando las polémicas a un lado, la mula y el buey.

Claro que, tratándose de los rituales de Navidad, tampoco podemos obviar el árbol, preferiblemente, artificial. Se pierde belleza, pero se protegen los bosques.

En este caso, menos también es más. Merece la pena huir de la ornamentación excesiva. Unas bolas doradas o incluso rojas son suficiente. También quedan genial los lacitos estratégicamente colgados en las ramas.

El toque final, sobre todo si hay niños, se logra con la típica bota para que los Reyes Magos tengan una referencia para dejar los regalos.

En definitiva, si la Navidad es momento de pasar tiempo con la familia y los amigos, la casa se suma a ese espíritu casi mágico, que nos anima a iniciar un año más.