Acabas de echar un huevo en la sartén y tiene manchas rojas de sangre. ¿Me lo puedo comer? El huevo es un elemento mágico en la cocina. Su versatilidad permite preparar desde los platos más jugosos a los mejores dulces. En el misterio que encierran juntas o por separado la clara y la yema radica parte del éxito de la cocina mediterránea, ya sea como protagonista principal o como ingrediente complementario.

Desde un sencillo huevo frito, las posibilidades son infinitas y aquí te dejamos algunas ideas de recetas con huevo, pero lo principal, como en el resto de la cocina, es que los alimentos estén en buen estado. ¿Y los huevos que presentan manchas rojas en la clara o en la yema lo están? La respuesta es sí.

Simplemente se trata de una marca producida en la puesta del huevo que indica un pequeño desgarro o vaso sanguíneo roto en el momento de puesta de la gallina. Si eres más escrupuloso y quieres quitar las manchitas con algún cubierto, como la punta de un tenedor, está bien, pero si optas por dejarlas, no tienes nada por lo que preocuparte: no hay ningún efecto perjudicial para la salud de quienes lo consuman ni es indicador de que el huevo esté en mal estado.

¿Te comerías huevos blancos?

Es una tónica común en el mundo alimentario. Hay multitud de productos que, por percepción o cultura, el público rechaza. Por ejemplo, hace ya años que no se ven huevos blancos en los supermercados.

¿Por qué? La razón es que en España el huevo blanco es visto como más «artificial». En cambio, el huevo de cáscara marrón tiene una apariencia más «campera».

Pero a pesar de su fama, está más que demostrado que la única diferencia es el color de la cáscara: la calidad nutricional del alimento es exactamente la misma.

Pero la realidad es que sólo por esta razón nos encontramos con que las explotaciones de huevos marrones venden su producción para consumo directo, mientras que los huevos blancos se venden para otras industrias como la bollería.

¿Hay que guardar los huevos fuera o dentro de la nevera?

Vas al supermercado y te encuentras que los huevos no están refrigerados, pero automáticamente llegas a casa y tienes por costumbre meterlos rápidamente en la nevera para su conservación. ¿Tiene sentido?

Lo más importante para los huevos es que no sufran cambios de temperatura muy grandes e incluso extremos. Por eso nos los encontramos en el supermercados fuera de los refrigerados, porque después en el trayecto hasta casa o mientras que se termina la compra se calentarían y, después, de nuevo pasarían a la nevera, por lo que la cadena de frío sería un desastre.

Por eso hay que guardarlos en un lugar fresco y seco y el frigorífico es el sitio más indicado. Y además, en verano las altas temperaturas les afecta también en gran medida, así que se puede hacer durante todo el año.

De todos modos, ante la duda es mejor que estén en la nevera porque la pequeña capa que protege al huevo en su interior, la cutícula, se puede romper por los cambios de temperatura. Y en la cáscara es donde están las bacterias y la temida salmonela.

Aun así ten en cuenta algo muy importante. Estén en la nevera o no, jamás los laves. Aunque la cáscara esté sucia, por dentro el huevo está perfecto y, si lo abres, al ser tan porosa, precisamente abrirás la puerta a las bacterias. Y lo segundo es que, una vez lo metas en la nevera, no hay que sacarlo de ahí.

Recetas con huevos

Los huevos son uno de los alimentos más consumidos en la dieta mediterránea. Puedes prepararlos de diversas y variadas maneras, ya sea como plato principal o como acompañante. Por eso, es un ingrediente ideal para numerosos platos. A continuación te proponemos algunas recetas que te solucionarán fácilmente la cena.

Te puede interesar: