Con el descanso estival a la vuelta de la esquina, son muchos los que se preguntan en qué invertir sus dos o tres semanas libres de trabajo o estudio. ¿Turismo? ¿Voluntariado? Ante la disyuntiva entre viajar o apuntarse a un programa solidario, cada vez son más los españoles que deciden combinar estas dos pasiones. El denominado voluntariado vacacional o 'volunturismo' es una tendencia en alza que permite conocer un nuevo destino de manera sostenible, empaparse de su cultura y disfrutar de la hospitalidad de su gente, al tiempo que se contribuye a su desarrollo y conservación.

Ayudar durante las vacaciones

Según datos sobre la acción voluntaria en 2018 recogidos por la Plataforma del Voluntariado de España, unos 2,5 millones de españoles son voluntarios. Para ser solidarios no hace falta viajar hasta el otro extremo del mundo, sino que a nuestro alrededor existen numerosas asociaciones sin ánimo de lucro en las que echar una mano. Pero llega un momento en que algunas de estas personas, solidarias y viajeras, deciden dar un paso más: se suben a un avión dispuestos a poner su tiempo y recursos al servicio de organizaciones que operan más allá de nuestras fronteras.

Es lo que le pasó a Julio S., director comercial de una empresa tecnológica, que hace unos años viajó junto a su novia a Meki, una pequeña localidad situada a 130 kilómetros al sur de Addis Abeba, la capital de Etiopía. "Habíamos colaborado con diferentes ONG aquí, vivido otras experiencias solidarias, donado dinero, etc. pero queríamos salir de nuestra vorágine de vida y ayudar de una manera distinta durante las tres semanas de vacaciones", explica.

Experiencia en Etiopía

Este tipo de experiencias solidarias suelen estar promovidas por organizaciones en sus áreas de influencia y lo normal es que el voluntario asuma el total de los gastos de su estancia y pase un proceso de selección. Existen desde programas abiertos a casi todo el mundo que cuente con motivación y aptitudes, a otros específicamente diseñados para profesionales de determinados sectores, como médicos, enfermeros, ingenieros, expertos en economía o maestros, entre otros. Asimismo también hay programas de voluntariado medioambiental, que llevan como banderas la ecología, la sostenibilidad y la biodiversidad.

Como explica Julio, en Meki "dependiendo de tu profesión o cualidades te asignan una misión o tarea". Mientras los profesionales de la salud se hacían cargo de tareas en esta rama, o los informáticos ponían a punto los ordenadores y enseñaban a los niños a manejarlos, él, profesional de la publicidad con un alto nivel de inglés, daba clases de este idioma a niños en la escuela primaria de Meki.

"Las clases eran de lunes a viernes de 7 a 3 y, después, el tiempo de ocio lo dedicábamos a jugar con los niños, a hacer actividades deportivas, etcétera. El domingo era nuestro día libre para excursiones y aprovechábamos para conocer un poco el país. Fuimos a la capital, a un parque natural para ver hipopótamos, etc.", recuerda Julio.

La experiencia fue dura, reconoce el voluntario, porque al trabajo allí se unían las duras condiciones de vida en un lugar 'superpobre'. "Los baños eran letrinas, me bañaba con un cubo que llenaba de agua y ponía al sol y las tres semanas comimos una vaca que mató un lugareño", señala, pero vale la pena: "Creo que todo el mundo debería vivir algo así al menos una vez en su vida. Crees que vas a ayudar y al final son ellos los que te ayudan a ti. Cambia tu perspectiva del mundo, de ver la vida... Tus preocupaciones no son nada".

Ventajas de los viajes solidarios

Hacer un viaje solidario es una experiencia enriquecedora y única, que permite:

  1. Descubrir nuevos lugares, realidades y culturas a través de un ejercicio de inmersión total.
  2. No ser meros espectadores de la realidad del lugar al que se llega. No se trata solo de visitar una ONG y conocer su labor, sino que un viaje solidario pasa por involucrarse de alguna manera que resulte beneficiosa para la población local.
  3. Ayudar a las ONG a ser autosostenibles y seguir operando en el terreno.
  4. Practicar un turismo responsable que minimiza el impacto negativo en el entorno.
  5. Conocer a personas afines e inspiradoras. Personas con las cuales compartir tiempo, valores e intereses.
  6. Incorporar nuevos valores, mejorar el nivel de empatía (capacidad para ponerse en los 'zapatos del otro') y la tolerancia a las diferencias.
  7. Vivir una experiencia gratificante que perdura para siempre en la memoria.

¿Viajar a un país como Etiopía, India, Kenia o Perú y colaborar con una ONG? "Es normal tener miedo o sentirse inseguro" antes de partir, explica Julio, pero vencer estas reticencias y lanzarse es 100% recomendable. En experiencias como esta, uno regresa con la mochila cargada de mucho más cariño del que ha podido dar.