Oviedo.- Los católicos que se acerquen a ver el Nacimiento de la Plaza de San Pedro, en Roma, van a encontrarse con algo muy diferente a lo esperado. Ya no habrá ni buey, ni mula o asno, ni estrellas ni pastores, ni, tan siquiera, pesebre. Jesús habrá nacido en casa de José, lo que da a entender que nació en Nazaret y no en Belén, y en lugar de recibir el aliento del buey y la mula se verá rodeado por las herramientas de carpintería de su padre putativo.

Y es que, al parecer, Benedicto XVI ordenó seguir las pautas establecidas por el evangelista Mateo, quien en su relato de los hechos, aunque no lo dice expresamente, da a entender que Jesús nació en la carpintería del que sería su padre.

Por lo visto, la confusión nace del escaso esmero del apóstol Lucas, que promocionó el nombre erróneo del lugar del alumbramiento, en vez de hacerlo con el verdadero. Le dieron crédito los pontífices, y así se perpetuó el equívoco, hasta que llegó el puntilloso teólogo Ratzinger, que parece imbuido del deber de corregir el error.

Pero en este año del Señor de 2007, Benedicto XVI ha decidido que aquella frase de "renovarse o morir" también es aplicable en el ámbito del Vaticano. El belén, que fue inaugurado el día de Nochebuena, es un nacimiento alejado de la ortodoxia católica que va a dar mucho que hablar y que, tal vez, va a cambiar y revolucionar la historia sagrada que se enseña a los niños en los colegios. Hasta ahora, el hijo de Dios había nacido en la población de Belén y en un pesebre, tal y como dice el evangelista Lucas: «Lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre porque para ellos no había sitio en la posada». Ya es sabida aquella parte de la historia en la que se cuenta que, por orden del emperador Augusto, José y María debían empadronarse en Belén, donde los dolores del parto atacaron a María, quien dio a luz un varón sin haber conocido varón, en el sentido bíblico.

En el nuevo nacimiento vaticano José y María están circundados por cuatro ángeles provenientes de México. El resto de las figuras proceden de la región norteña italiana del Trentino y del Portal de Belén realizado en 1842 por San Vicente Palotti. Al lado del Portal se ha colocado un árbol de Navidad de 25 metros de alto, regalo de la región italiana de Alta Badia.

El embrollo puede ser de grandes dimensiones y amenaza con derrumbar las tradiciones que rodean al portal. La criatura nació en el taller de carpintería del anciano José, en el que no tenían nada que hacer el buey ni la mula. Muchos lugares en los que se ha representado durante siglos una versión de "Los pastores" perderán el encanto.

La polémica está servida, aunque ya se sabe que en esto de las interpretaciones de las Sagradas Escrituras hay opiniones para todos los gustos. Incluso durante una larga etapa la misma Iglesia impedía u obstaculizaba su lectura para impedir que los fieles sacaran sus propias conclusiones y que éstas no fueran al alimón con las de la autoridad eclesiástica.

Si esta nueva costumbre vaticana arraiga no se sabe qué se hará con todas las figuritas que, a lo largo de los años, se han ido acumulando y que cada Navidad sirven para montar un belén casero. Ahora se tendrá que cambiar el tradicional portal por un taller lleno de virutas, escoplos y maderas recién cepilladas y jubilar a los pastores y a los Reyes Magos. Si esto sucede, sí que se podrá decir alto y fuerte que "el Papa revolucionó el Belén".