No hace falta tener brazos para ser un DJ de prestigio. Lo confirma Pascal Kleiman, un francés afincado en Valencia desde hace más de dos décadas. Llegó a España en pleno auge del "bakalao". "He estado en los clubs más famosos de Ibiza y de Valencia", cuenta este genio de las mezclas; y no duda en arremeter contra los disc-jockeys de hoy: "Me gusta más la música de antes, ahora hay demasiado estereotipo y tontería, parece que hace falta ser modelo para ser DJ. Con ser famosillo y poner un disco detrás de otro ya es suficiente".

Su ejemplo constata que la voluntad humana es más fuerte que cualquier impedimento. A pesar de haber nacido sin brazos, su amor por la música le ha hecho superar las barreras físicas y triunfar en un mundo musical muy competitivo. "Desde pequeño siempre me ha gustado la música, en casa he crecido rodeado de ella; me gustaba cantar, pero la voz no es mi fuerte. Antes de tener un equipo ya probaba a hacer experimentos, le daba al "play" de la cinta e intentaba encadenar los temas según el ritmo. Al final me salían cosas interesantes", explica el artista.

Este maestro de los platos ha tenido que superar muchas barreras y prejuicios, pero gracias a su perseverancia y dedicación es la prueba viviente de que los límites se los impone cada uno. Aclara que "comenzar a usar mis pies como si fueran mis manos fue algo natural, innato, no era consciente de que era distinto a otros niños y la práctica constante hizo el resto. Me gusta mucho lo que hago y también me gusta experimentar, así que trabajo, trabajo y trabajo".

La primera vez que pinchó en una discoteca fue en Francia, recuerda que no le resultó muy complicado. "Estaba nervioso pero tuve suerte de que no era un sitio muy grande y que me encontraba entre amigos. Me sentí preparado para dar ese paso y subir de nivel. Lo siguiente fue en Madrid, en la discoteca Attica. Todo salió bien y eso hizo que me motivara y siguiese avanzando. Recuerdo que antes todo era más artesanal, tenías que sincronizar los platos. Dominar la técnica te llevaba un año o dos de práctica".

Su peculiaridad y su esfuerzo tienen recompensa: su vida se llevó al cine como "Héroes. No hacen falta alas para volar", de Ángel Loza, que recibió un Goya en la categoría de Mejor Cortometraje y Documental.

El filme galardonado en 2009 por la academia del cine español, cuenta la historia de este DJ que nació con una malformación congénita a causa de un medicamento que la madre ingirió durante el embarazo, por prescripción facultativa. Creció sin brazos, y empezó a utilizar sus pies de manos.

Lejos de creerse un héroe, no se considera un ejemplo de superación. "Me alegra ayudar a la gente con mi historia, pero cuando me vean por la calle quiero que me reconozcan como Pascal", señala.

El galo ha conseguido llenar las pistas de baile de las discotecas más renombradas del mundo. Ha pinchado en salas tan famosas como Puzzle, Barraca o Pachá, así como en Estados Unidos, Rusia e Israel. Es una leyenda viva y activa, que hace de su limitación un espectáculo para los amantes del techno.

"Fuera de España me ha gustado actuar en París y en Israel. Israel me recuerda a España después de la movida madrileña, un país libre con mucha energía y con mucha demanda. Sin embargo ahora, en España, todo el mundo parece que está dormido".

El DJ afirma que hoy en Gijón, donde actúa en el primer día de la "semana negra" espera pasárselo bien: "Voy a hacer lo que mejor sé: pinchar buena música y hacer que el público disfrute. Sé que al igual que otras veces Gijón no va a defraudar", sentencia.