Dicen que los osos pueden llegar a vivir, los que más, entre 25 y 30 años de edad. Y en la Cordillera Cantábrica, donde ya se aprecia una lenta recuperación de la especie tras varias décadas de olvido que casi acaba con los plantígrados en el precipicio, existen ejemplos de que esa media de vida es cierta, gracias a los análisis de pelos realizados. Pero el caso más reciente es el de «La Güela», una hembra adulta que probablemente tendrá más de 25 años. «La Güela» se hizo famosa allá por el verano cuando fue rescatada en condiciones muy deterioradas el 8 de julio en Cervera de Pisuerga (Palencia). Tras recuperarse durante dos meses en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno (Cantabria), donde pasó de 53 a 104 kilos, fue liberada de nuevo en la Montaña Palentina el 1 de septiembre. Así, podrá morir en la tierra donde ha vivido libre.

En la actualidad, «La Güela» transita entre Palencia y la región vecina en busca constante de alimento y de un pequeño territorio que le sirva para dar sus últimos coletazos de vida, dado que previsiblemente -dada su edad y sus condiciones físicas-, morirá este invierno o, como muy tarde, durante la primavera, ya que perderá peso durante la hibernación.

El jefe del Servicio de Espacios Naturales de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, Javier Ezquerra, sigue de forma exhaustiva los movimientos del plantígrado gracias a un sistema GPS colocado en el collar y que envía a los técnicos del departamento cuatro señales diarias de su posición exacta, siempre que ella se encuentre en lugares con cobertura. «Podemos saber el sitio concreto en el que se encuentra, pero tampoco la perseguimos mucho para no molestarla», sostiene. En todo caso, los técnicos del Gobierno cántabro también conocen el caso y cuando ella decide entrar en la Comunidad vecina son ellos los que se encargan de realizar el seguimiento, aunque la señal continúa en el servicio informático de Medio Ambiente.

Este sistema GPS con osos es pionero en España, aunque hace 15 años se intentó con otra hembra en Asturias llamada «Lara», que se recuperó tras encontrarla con una herida provocada por otro de su especie. También se trasladó a Cabárceno y se soltó con una herramienta de localización similar.

De este modo, han sido varias las ocasiones que la osa ha cruzado la frontera, para ella invisible, entre Palencia y Cantabria, incluso con rutas diarias de hasta diez kilómetros.

«La Güela» busca desde hace semanas un lugar donde hibernar, aunque Ezquerra cree que probablemente lo hará en la zona cántabra de Liébana, donde pasa la mayor parte del tiempo, ya que se trata de un lugar perfecto para su acomodo, con rocas y cuevas que le servirán para pasar el frío invierno y donde abunda la bellota de roble, de la que los osos se alimentan en otoño. Aún así, es complicado saberlo, porque en Palencia, en la zona de Lebanza, por la que también se la ha visto, «hay dos ó tres lugares perfectos para que ella se encame».

Pero «La Güela» no olvida sus orígenes, y ha elegido Castilla y León también para comer y llenar el estómago antes de afrontar la hibernación hasta el mes de marzo, a pesar de sus profundos problemas de dentadura, que la impiden masticar algunos alimentos, y que en primavera la imposibilitarán llevarse a la boca la hierba necesaria para su supervivencia, ya que no tendrá la ayuda de otros plantígrados de su especie por dos razones: porque los osos no viven en pareja o manada y porque, concretamente, esta hembra adulta «está huyendo constantemente del resto, porque ella sabe que es débil y le pueden hacer daño».