Oviedo

Lo llaman sexo pero en realidad quieren decir otras cosas. Para Santiago Carrillo, el sexo es partido; para el sociólogo zamorano Amando de Miguel, un hito entre todas las libertades y revoluciones conquistadas por los jóvenes; para Víctor Manuel, censura y matrimonio; para Susana Estrada, espectáculo, y para Benigno Blanco, leyes de Zapatero. Ése, muy por encima, puede ser el resumen de las aportaciones de estos personajes al libro «100 españoles y el sexo», en el que el periodista David Barba recopila en otras tantas entrevistas «las cosas» de un centenar.

Pocos, en realidad, hablan de lo más íntimo, de lo que por el título se espera. La que anda más cerca es la actriz Susana Estrada, que admite sin problemas su condición de «símbolo», de «imagen de la liberación sexual». Llegar ahí no fue fácil: «Me crié en Gijón. Se puede imaginar lo que sufrí; oía cuchichear constantemente a mis espaldas, se escandalizaban porque llevaba unas minifaldas supercortas cuando nadie se atrevía a vestirse así. Mi familia era católica y me mandaron a la escuela de las monjas ursulinas, el colegio más pijo de Gijón. Todo lo relacionado con el cuerpo se nos ocultaba. El día que me vino la regla no supe qué mierda me estaba ocurriendo». El éxito llegó. También los ultras, las amenazas, los escoltas, las fanáticos fetichistas que le mandaban lencería para que la usara y se la reenviara, o aquel día de 1978 en que se le salió el pecho delante de Tierno Galván. Estrada niega en el libro que la salida del pezón estuviera preparada: «No es cierto. Se me salió, sin más. Era un escote muy profundo y al ir a darle dos besos se soltó el clip y se me escapó una teta. Lo que pasa es que tampoco corrí a taparme. Tierno se puso colorado, coloradísimo:

–Estate tranquila, hija mía, pero ¡tápate!».

Amando De Miguel no duda en retratar la Historia de España en el siglo XX como la historia de una sociedad reprimida que explota en los años 70. «Es para echarse a temblar: quienes no tienen hijos son los hijos de aquellos que tomaban por primera vez la píldora, eso sí, como reguladora de la menstruación».

Menos rijosas resultan las confesiones de Santiago Carrillo, quien detalla cómo la disciplina de partido, la ilegalidad, la reacción a la conducta burguesa y demás llevaron a los comunistas a una moral «no muy alejada de la católica».

«En cuanto a las relaciones sexuales, éramos como unos monjes soldado: lo primero era la lucha política». El cantante Víctor Manuel habla de su mujer, Ana Belén, de cuando la conoció en 1971 y de la película «Morbo», que hicieron con Gonzalo Suárez. «No había desnudos, pero se armó un escándalo considerable».