Se enfrentan al machismo, la falta de formación y la discriminación por su pertenencia a una etnia minoritaria. Su lucha es la integración laboral y la posibilidad de montar una peluquería les ronda por la cabeza desde que se inició el taller prelaboral de imagen personal que lleva a cabo en Zamora la Fundación Secretariado Gitano. Diez mujeres gitanas aprenden nociones básicas de peluquería y estética con las miras puestas en una salida laboral.

«La mujer gitana no suele trabajar por cuenta ajena», comentan la trabajadora social Ana Belén Prada y la mediadora intercultural Noemí Salazar. La prueba está que en Zamora se cuentan con los dedos de una mano las "calés" empleadas en un negocio que no sea el familiar. Muchas trabajan junto a sus maridos en la venta ambulante, pero «el mercadillo va mal y hay que cubrir unas necesidades económicas». Y si se hicieran un hueco en el mercado laboral entraría otro sueldo en casa.

Leonor Jiménez, Raquel Fernández y Lola Motos, tres alumnas del taller prelaboral, tienen claro que «queremos trabajar». Ya lo hacen todas las participantes, en casa y en el mercadillo. Pero les gustaría ocupar un puesto con una remuneración económica propia. Sus familias, dicen, les apoyarían, aunque depende de qué trabajo se tratara. «Ser camarera en una discoteca sería complicado», comenta una de ellas. No estaría bien visto entre los suyos.

El déficit de formación va en contra suya, en contra de la integración laboral de la población calé en general. Son conscientes de ello. Dicen que «las madres están hoy más concienciadas de que sus hijos tienen que continuar los estudios». Saben que «para buscar trabajo es necesario estar formadas». De lo contrario «te sientes inferior, te hacen sentir con menos posibilidades», comentan mientras se hacen la manicura unas a otras. Durante la conversación también intercambian impresiones Beatriz Jiménez, Victoria Jiménez, Encarna Fernández, Coral Jiménez, Karine Bustamante, Diana Romero y Arancha Jiménez.

El taller prelaboral de imagen personal les abre la puerta para ser ayudantes de peluquería. Pero saben que encontrar un trabajo por cuenta ajena es difícil, y no sólo por la crisis económica. «Por ser gitana se cierran puertas, hay racismo», comenta una de ellas. Todas se quejan de la imagen que entienden se da de los gitanos en algunos programas televisivos. «Siempre sacan lo malo». Y «hay una desconfianza, se juzga a todos por igual, cuando hay de todo».

Para montar una peluquería hay que tener una titulación. Con que una se sacara el título de Formación Profesional u homologara su preparación en una academia se daría otro paso para la apertura de un negocio, para la integración laboral de la mujer calé. Clientas, seguro, no les faltarían.

La Fundación Secretariado Gitano, implantada en Zamora en septiembre pasado, tras la firma de un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de la capital, tiene en marcha un programa de asesoramiento laboral, al que han acudido cerca de medio centenar de personas. Sus acciones se dirigen preferentemente a la población calé, «pero no son excluyentes», y tienen como objetivo la inclusión social. Otra iniciativa prevista es la realización de un curso de iniciación a la natación. Muchas no saben nadar. Dicen que «les cuesta ponerse en bañador».