Lo inquietante de la deflación es que nadie habla bien de ella. Se derrumba el mundo financiero, salen los gobiernos a retirar escombros y apuntalar las plantas que pueden sostenerse, y los nihilistas piden que caiga todo, pero los aventureros aseguran que es un momento de oportunidades. Pues no hay aventureros de la deflación.

Sabido que nadie parece tener idea de lo que pasa ni de lo que sucederá, se impone esta metáfora: estamos cruzando el Atlántico en avión, en mitad de la tormenta y fallan los motores. El comandante sigue a los mandos sin saber qué hacer, el segundo dice al pasaje «Yes, we can», una azafata sonríe, un auxiliar de vuelo se traga los hipidos, un voluntarista invita a que cooperemos todos, un predicador sentado en "business" anuncia el Apocalipsis y la mayor parte del pasaje guarda silencio que es la forma más atronadora de gritar. Las caídas son morrocotudas y no se sabe si la siguiente turbulencia será mayor. Ejercicio de mentalización: pensar que el vuelo es una atracción de un parque y disfrutar del vértigo de este transporte como si fuera recreativo, tenso pero sin muerte.

Llevamos la vida en inflación dentro de uno de los países más inflacionistas entre los desarrollados. Los inconvenientes de la inflación eran culpa nuestra y castigo para nosotros. Los precios subían y nuestros salarios no podían seguirlos a igual ritmo porque generaríamos más inflación, así que debíamos tener menos capacidad de compra de productos cada vez más caros para salvar al mundo. Para mejorarlo ya están los emprendedores.

Ahora la esperanza es que el petróleo suba y cree inflación. Nadie habla de subirnos el sueldo -sacrificio al que estaríamos dispuestos- porque, advierten, en vez de gastarlo lo "arroncharíamos" hasta que todo fuera casi gratis. Cómo somos.

Nadie habla bien de la deflación: no tiene trovador que la cante, ni "think tank" que le haga la propaganda. Ejercicio de mentalización: sobreviva a la deflación y hágase fotos de móvil con ella como los que participan en programas de televisión o corren a ver ruinas de atentados porque éste es un «momento histórico» y «una experiencia nueva».