Los dos grandes partidos ponen difícil a quién votar porque hay que escoger entre el, "efecto Solbes" y el "efecto Pizarro". Miles de españoles tienen que decidir a quién prefieren de ministro de Economía, sabiendo que los que empuñan esa cartera siempre son iguales: dan los datos de lo que dicen que ocurre y allá te las arregles. Que el IPC sube tanto, que conviene que los salarios sigan congelados para que no se dispare la inflación, que España adelanta a Italia... Respecto a las penurias de los ciudadanos, los ministros de Economía actúan como forenses: dicen lo que tiene el cadáver pero no están en condiciones de sanar. «Esto es el mercado: muerte natural».

Como el Papa, los ministros de Economía dan la espalda a la feligresía para ponerse de frente a Dios. Otros ministros sueltan mil duros de los impuestos para que el fin de mes tarde un día más en llegar como también hay curas que atienden a los pobres de la parroquia. No está claro para quién trabajan las estructuras de los partidos cuando sacan la fanfarria para presentar a sus ministrables de Economía antes de tener ganadas las elecciones, por qué los meten en las candidaturas de número dos o por qué son los únicos de los que se sabe qué van a tener cartera y cuál. A quienes les pueda importar quién sea el obispazo del capitalismo, el forense de nuestra economía -los que años después los fichan como asesores o los promocionan para presidentes de organismos internacionales- bastaría con llamarlos al móvil. ¿Por qué se hace efectismo con el reducido efecto del ministrable de Economía? Acaso sólo importe que acudan muchos periodistas y garanticen minutos y metros de presencia pública.