En aquellos tiempos, la delincuencia repuntó de forma brusca y chocante en la siempre pacífica ciudad de Zamora. Según cuentan las crónicas, el primer suceso que alarmó a la población se produjo en pleno centro, en el portal del edificio donde tenía su sede el PP. Bajaba por las escaleras el ex alcalde y flamante candidato a diputado Antonio Vázquez, cuando un enmascarado le apuntó con una pistola:

- Dame tu nominación de diputado o eres hombre muerto.

El ex alcalde, más sorprendido que asustado, contestó:

- Pero si ni siquiera es oficial aún, ¿cómo sabes tú...?

- No enredes y métete esto en la cabeza: nadie me va a quitar mi amadísimo escaño. Así que sube a la sede de nuevo y di a Maíllo que ya no quieres ser diputado. O dispararé.

Vázquez retrocedió y contó lo que ocurría al presidente provincial del PP. Pero cuando llegó la policía, inmediatamente avisada, el enmascarado había desaparecido sin dejar rastro.

- Sería un zumbado -dijo Maíllo, para tranquilizar a Vázquez, que se mostraba aún inquieto.

- No sé, Fernando, el caso que es que me sonaba su voz? Mira, no me vas a creer, pero para mí que era Folgado. Además dijo no sé qué de "nadie me va a quitar mi amadísimo escaño"... Me da algo de miedo, la verdad.

- Eso es imposible -replicó Maíllo-. Tú sabes que Folgado es un caballero y jamás caería en algo semejante.

- Ya, ya. Pero el caso es que la voz...

Apenas doce horas después, fue en las cercanías de la sede socialista, donde otro enmascarado asaltó a la candidata a senadora Ana Sánchez:

- Estás lista si crees que te vas a quedar con ese escaño que yo merezco mil veces más que tú. O renuncias por las buenas o acabarás renunciando por las malas.

Y quien había amenazado de tales modos se esfumó de inmediato, dejando atónita a la joven vicepresidente de la Gestora provincial del PSOE, a la joven concejala del Ayuntamiento de Zamora y a la joven procuradora regional en las Cortes de Castilla y León, además de próxima joven senadora por su partido si todo salía como estaba escrito que tenía que salir. Denunciado el caso ante la policía, esta preguntó:

- ¿Y la voz, le sonó?

- Pues sí, la verdad es que sí. Era varonil y me sonó familiar, pero no puedo creer que sonara a quien me sonó.

- ¿Al alcalde de Puebla y senador saliente de su partido, quizá?

- En efecto. Se parecía a la de él. Solo que es imposible que alguien como Pepe se haya vuelto loco hasta ese punto...

En la comisaría zamorana decidieron crear un grupo especial para investigar ambos casos, tan parecidos y también tan delicados, dada la proximidad de las elecciones y su fuerte carga simbólica. Sucesivos interrogatorios y contundentes coartadas, alejaron cualquier sospecha sobre los "Pepes", Folgado y Fernández, diputado del PP y senador del PSOE, salientes en ambos casos. Tampoco se pudo demostrar implicación alguna de la otra ex diputada del PP, Elvira Velasco, o de otros socialistas que ambicionaran el escaño de senador que solía lograr el segundo partido. Hasta que, cuanto estaba a punto de tirar la toalla, a la policía le dio por ampliar el ámbito de investigación y comenzó a interrogar a dirigentes nacionales de ambos partidos. Pronto, uno de los estrategas electorales de la sede central del PP confesó:

- La verdad es que yo ordené contratar al que asustó a Ana Sánchez. En la guerra todo vale, oigan; y mi objetivo era desestabilizar al partido rival y sembrar el desconcierto y la división en sus filas.

Del susto dado a Vázquez, en cambio, aseguró no saber nada de nada. Pero trasladadas las pesquisas a la sede madrileña del PSOE, no tardó en confesar uno de sus estrategas electorales:

- Sí, vale, lo reconozco. Yo mismo ordené a uno de los nuestros que sembrase miedo y cizaña entre los del PP de Zamora. Las elecciones, oiga, son como la guerra y todo vale en ellas, ¿no?

La policía, tras encerrar a tan "imaginativos" estrategas, decidió seguir vigilando a ambos partidos:

- Estas elecciones nos van a dar más trabajo del que pensábamos. Vaya pandillas.

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