Roma.-El arzobispo norteamericano monseñor Paul Marcinkus, conocido como el «Banquero de Dios» por el período en que ejerció de director del IOR (Instituto para las Obras de Religión), llamado el Banco Vaticano, e implicado en el escándalo de la quiebra del Banco Ambrosiano, murió en la noche del lunes en Arizona, según su diócesis y los medios de comunicación de Ciudad del Vaticano. Monseñor Marcinkus, que actualmente residía en Phoenix (Arizona), nació en Cicero (Chicago) el 15 de enero de 1922, se convirtió en sacerdote en 1947 y fue nombrado arzobispo en 1981.

De origen lituano, el arzobispo, de un metro noventa de estatura, fumador de puros, apasionado del golf y el tenis, era «muy temido y poco amado incluso más allá del Tíber», según su biógrafo Gianni Morandi. Desde 1972 hasta 1989 fue director de las finanzas vaticanas desde el Instituto para las Obras de Religión (IOR), una de las principales fuentes de financiación de la Santa Sede, y bajo el Pontificado de Juan Pablo II fue presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la ciudad del Vaticano. Pablo VI le había nombrado secretario del IOR en 1969, desde donde logró salvar el gran déficit de la Santa Sede tras el Concilio Vaticano II (1962-1965).

El nombre de Marcinkus está directamente relacionado con el escándalo de la quiebra del Banco Ambrosiano en 1982, ya que uno de los principales accionistas de esta entidad era el banco de la Santa Sede con cerca del 20 por ciento del capital. El Banco de Italia denunció en 1981 la existencia de un agujero de 1.400 millones de dólares en la tesorería de las filiales extranjeras del Banco Ambrosiano, tras lo cual comenzaron las investigaciones. El entonces director del Banco Ambrosiano, Roberto Calvi, afirmó en sus declaraciones que había sido ayudado por monseñor Marcinkus a realizar algunas transferencias irregulares. El Vaticano negó siempre su implicación en estas operaciones y declinó cualquier responsabilidad en las cuentas y gestión del Banco Ambrosiano. También defendió a Marcinkus y no accedió a los requerimientos de ciertos jueces de Milán que querían procesarle, ni a los del fiscal del Estado, que dictó orden de captura contra el arzobispo y otros dos dirigentes del Ambrosiano.

Finalmente, el Tribunal Supremo de Italia dio la razón al Vaticano y cerró el caso en junio de 1988, al declarar que el arzobispo no podía ser procesado por la magistratura italiana.

No obstante, el Vaticano aceptó pagar 241 millones de dólares a 88 bancos acreedores de la entidad al considerar que tenía una responsabilidad «moral». Marcinkus fue apartado de la dirección del IOR en 1989, después de haber sido exonerado judicialmente, y se retiró a Estados Unidos. El escándalo se había disparado cuando Calvi apareció colgado en 1982 en un puente de Londres, adonde había huido tras haberse declarado culpable. La fiscalía considera que Calvi fue asesinado tras haberse quedado con dinero que la Mafia le dio para blanquear y para chantajear a políticos y religiosos presuntamente involucrados en las irregularidades.