Dedicado como anda uno todo el santo día a enhebrar palabras, una detrás de otra, para opinar de esto de aquello, para confeccionar ficciones literarias o piezas periodísticas, sorprenderá quizá que empiece confesando que no sé qué decir sobre las peticiones de reapertura de la línea férrea entre Zamora y Salamanca. De veras. Ahora es el PSOE salmantino el que, al parecer, va a pedir al Gobierno central y regional que se retome ese viejo asunto, al hilo de los novecientos millones de euros que ZP ha prometido para las provincias más chungas de los alrededores (las dos mentadas, más Avila y León). Quieren que parte del dinero sirva para reabrir ese tren que tan poco usábamos pero tanto añoramos.

Y eso es lo que a mí me funde los plomos cada vez que surge el tema. Pongamos que la línea se reabre y vuelven a circular trenes entre Zamora y Salamanca. ¿Cómo saber si los abarrotaremos, los dejaremos a medias o andarán vacíos, de un lugar a otro, como antaño? A mí me encanta el tren, como a casi todos. Pero tampoco yo lo usaba cuando aún existía y la vida me traía de allá para acá, más aún que ahora, precisamente entre las dos ciudades. Los horarios no eran propicios. El precio tampoco compensaba. Con coche vas de puerta a puerta, el tren sólo te lleva de una estación a otra, nunca demasiado céntricas. ¿Cambiaría algo de eso si recuperásemos el tren? Sin previa respuesta clara, afirmativa, nunca acabaré de entender el empeño en reabrir la línea férrea.

Por sintetizar: soy el primer interesado en que exista un tren Zamora-Salamanca. Pero no me gustaría que nos gastásemos un dineral en recuperarlo, en ponerlo en funcionamiento y que después nadie lo usara. O que el uso, aunque existiera, en modo alguno permitiese su auto-financiación. Pues en tal caso, además del gasto inicial, tendríamos para el resto de nuestros días el coste añadido de un mantenimiento deficitario para el que no creo que andemos muy sobrados. Y el modelo al que apunta la iniciativa del PSOE salmantino, ojo, consiste en que el Gobierno central reabra con esos fondos europeos, pero que después sea la Junta la que se haga cargo del tinglado: es decir, la que apoquine el eventual y seguro que no insignificante déficit de explotación. ¿Reabrir un tren para perder dinero? Vale. Pero que me demuestren antes que la rentabilidad social va a ser manifiesta. O empleemos el dinero europeo en algo más productivo. Y ya lo siento.

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