Recuerdos de una joven carrera en los ruedos
El Divino, un novillero al alimón entre Morales de Toro y Belver de los Montes
El novillero Pablo Bragado Gómez, que toreó por última vez un 12 de octubre, recibió su nombre artístico del que fuera su apoderado, Clemente Luguillano, y se acarteló en diversas plazas de la geografía española

Pablo Gómez «El Divino» toreando en un festival. / Cedida.
Decía quien fue su apoderado, Clemente Luguillano, que "podría haber sido torero, pero se enamoró".
Este mes se han cumplido 48 años desde que Pablo Bragado Gómez o Pablo Gómez "El Divino", como se anunciaba en los carteles, se vistió de luces por última vez, concretamente, el 12 de octubre.
No se olvida del año en que se enfundó por última vez el chispeante como novillero. "Al año siguiente me casé, o sea que no se me olvida, fue en el 77".
Dice que el motivo de peso para retirarse de los ruedos fue el haber "perdido un poco la afición", aunque luego tampoco niega que el amor ayudó.
A "El Divino", "lo nacieron" en Morales de Toro, como a Clarín en Zamora. "Nací en Morales por circunstancias, mi madre estaba embarazada y tenía un hermano cura allí y una hermana soltera que estaba con él; fue a pasar unos días y nací yo, así que ya me bautizaron allí", pero, con 10 días de vida, lo llevaron a Belver de los Montes, de donde era su familia paterna y donde se crió.
Allí fue donde empezó a torear en el campo y en las capeas, a pesar de que "no tengo antecedentes, reata, como se suele decir".

Cartel de una novillada en la plaza de Toros de Azpeitia, en la que se anunciaba "El Divino". / Cedida.
"Yo quería ir a la Escuela de Molinero, pero no me dejaban; así que yo hice lo que se hacía entonces: me escapé de casa con 14 años para torear" como maletill".
"He andado mucho por las capeas", reconoce El Divino, que recuerda aquella etapa, que duró "bastantes años", como "la más feliz del mundo".
"Yo tenía mucha afición entonces; cuando acababa la temporada, me iba a las vendimias a la Rioja y por ahí", donde trabajaba hasta febrero o marzo, cuando Gómez se iba a Salamanca a los tentaderos. "Es donde más aprendías porque iban todos los toreros buenos; tú ibas a la tapia y cuando te dejaban, toreabas. Era la época de El Viti, Paco Camino, Diego Puerta, todos esos toreros. Sólo de ver aprendías".
Reconoce que esos maestros "no eran muy dados" a dar consejos a aquellos chavales que soñaban con ser como ellos, salvo El Viti que, "si estabas delante de la becerra y te veía posibilidades, te decía: crúzate más o dale más sitio".
"El Divino" le preguntó la primera vez que toreó ante él cómo lo había visto. "Hay que torear más", fue la respuesta que le dio El Viti.
El moralino le hizo caso y fue más tarde cuando empezaron a ponerle en novilladas. Y es que, cuando se metió "de lleno", fue al irse a Valladolid tras la muerte de su padre. En la provincia vecina fue "donde me abrí más camino". Allí, iba a entrenar con otros como él.
La primera vez que se acarteló fue en su lugar de nacimiento, Morales de Toro. "Como tenía raíces allí y el alcalde sabía que quería ser torero", le propuso torear en las fiestas.
En 1974, lo apoderó Luguillano y ese año toreó 34 novilladas. Al siguiente, El Divino comenzó la temporada en Valdemorillo. "Me puso dos tardes y ahí estuve muy bien, corté cuatro orejas la primera tarde y la segunda, tres". Allí, toreó con El Maletilla de Oro, padre de Miguel Abellán.
Otras plazas en las que hizo el paseíllo fueron las de Azpeitia, Abla (Almería) o Guijuelo (Salamanca), donde debutó con picadores en un festival en el que compartió cartel con Juan José o Julio Robles, lo que "pesaba".
En Zamora, toreó junto a Angelito González. "No corté nada, pero cuajé un novillo muy bien". También toreó en Íscar (Valladolid), Cuéllar o Coca (Segovia), en El Valle del Terror, El Escorial o en la zona de Navalcarnero, entre otros lugares de la geografía nacional.
"Me dijeron que iban a ponerme con caballos en Vistalegre (Madrid) y, claro, yo estaba ilusionado, pero pasó el tiempo y fueron poniendo a otros, unos por amistad...", eso le fue "desmoralizando un poco" y fue lo que le llevó a tomar la decisión definitiva de retirarse.
El sobrenombre de "El Divino" se lo puso Clemente Luguillano. "A mí no me gustaba, ¿pero qué iba a hacer?".
Dice que aquel se enteró de que había estado muy bien al lado de Medina de Rioseco "y me viene un día con un cartel y me dice: toreas el domingo, fíjate, sin haber hablado". Así comenzó el apoderamiento.
"Me da el cartel y dice: te he puesto Gómez para que no te confundan con los toros bragados y, como hay que buscarte un nombre artístico, El Divino". "No le iba a decir que no, lo que yo quería era torear", cuenta medio siglo después "El Divino", que reconoce que ese gusanillo de torear aún le pica "todos los días" y sigue yendo a las plazas a ver toros muy asiduamente.
- La jueza de Toro, suspendida seis meses sin empleo y sueldo
- Hallan al hombre de 61 años desaparecido en Toro
- Ángeles Medina, alcaldesa de Toro: 'Me gustaría seguir trabajando por mi pueblo
- Desarticulada una organización criminal transnacional que robaba coches y cobre y que había actuado en Toro
- El PP afea al actual equipo de Gobierno de Toro que se 'atribuya logros' ajenos
- La Policía Local de Toro intensifica el control del cumplimiento de la ordenanza sobre tenencia de animales de compañía
- El Ayuntamiento mejorará la seguridad vial en las 'tres carreteras' de Toro
- Toro, 'referente en el dinamismo cultural' y destino 'de primer nivel' durante el último año