Los toresanos renuevan la devoción por su patrón

Las campanas de la ermita de Santa María de la Vega repicaban con intensidad a las 18.30 horas de este Lunes de Pentecostés para anunciar que daba comienzo la procesión protagonizada por la imagen del Cristo de las Batallas, a quien acompañaba en su salida la talla de su Madre, la Virgen de la Vega.

La romería, esperada por los toresanos año tras año, suponía así el culmen a un día de fiesta que había comenzado a primera hora de la jornada, con las diferentes misas que se oficiaron en la ermita desde la que salía la procesión.

El recorrido procesional de la tradicional romería ha discurrido, como es costumbre, alrededor de la pradera que se enclava en la vega del Duero, testigo cercano, con su arrullo de agua, de esta jornada de fiesta en la que Toro celebra a su patrón, el Cristo de las Batallas, un Cristo de campo.

Una jornada en la que numerosos toresanos no han faltado a la cita de acompañar, un año más, a su patrón en el día de su festividad. Asimismo, los hermanos de la cofradía del Santísimo Cristo de las Batallas no podían faltar a su día grande. Y al de todo Toro.

Los toresanos se acercan a la pradera para acompañar al Cristo de las Batallas

Así, la ciudad, desde su atalaya a más de 700 metros de altitud, observaba en silencio y con orgullo, como cada año, el caminar acompañado de su Cristo patrón, de la Virgen de la Vega y de los toresanos que los arropaban plenos de devoción popular.

También la banda de música "La Lira" ha acompañado musicalmente el recorrido, así como un tamborilero, que abría el cortejo procesional junto al guion de la cofradía.

Tanto la solemne Misa de Fiesta, que se celebró a las 12.00 horas en la ermita de Santa María de la Vega, como la procesión han estado presididas por los abades en ejercicio de la cofradía: Pascual Ruiz de la Iglesia, Ángel García García, Mario González García, Pablo Mozo González, Alejandro de la Torre García, Alejandro de la Torre Hernández y Manuel García Martín.

Antes del comienzo de la procesión, se dio entrada a los nuevos hermanos que han pasado a formar parte de la cofradía, que como símbolo, besaron la insignia de los abades en ejercicio.

Una vez finalizada la procesión, el Cristo de las Batallas y su Madre volvieron a la ermita, donde guardan la devoción toresana durante todo el año, mientras los vecinos de Toro continuaron disfrutando de la jornada festiva en el entorno de la pradera.