Exhibición de indumentaria tradicional
Puntadas de tradición en Toro
Las instalaciones del hotel Juan II acogen durante este fin de semana la tradicional exposición de mantones de Manila, mantillas, echarpes o chantillís, en la que se muestran más de un centenar de piezas artesanales de diseños exclusivos, bordadas a mano e, incluso, algunas prendas con más de 100 años y hasta varias capas castellanas

GALERÍA | El hotel Juan II de Toro acoge una exposición de mantones, mantillas y echarpes /
Más de un centenar de piezas entre mantones, picos, alfombrados o pañoletas, mantillas, echarpes y bobinés, las mantillas que se colocaban sobre la cabeza cuando, "antes, se iban a misa" y que, en Zaragoza, de donde viene su organizador, Andi Ejupi, se utilizan sobre los hombros para acudir al Rosario de Cristal, pueden verse este fin de semana en el hotel Juan II.
Aunque las piezas que más abundan en la exposición son los mantones de Manila de todos los colores y tamaños, desde 1,10 metros, para niñas y, de ahí, los tamaños van en aumento de diez en diez centímetros de tela "sin flecos" hasta 1,60 metros que, como explica Ejupi, sólo se utiliza en algunos pueblos en los que los vestidos sobresalen o llevan estructuras bajo la falda por lo que el mantón debe ser grande para que el bordado quede visible.
"A la gente que le gusta este tipo de cosas, el negro y el beige ya lo tienen de sus abuelas, de sus madres o, incluo, de los primeros mantones que han comprado ellas" por lo que "traemos colores por los que la gente nos ha preguntado el año pasado y nunca repetimos", cuenta Andi Ejupi. Pero lo que sí repiten año tras año es la exposición en Toro, donde dice llevar viniendo más de 30, una visita recurrente que comenzó su suegra y que ahora continúa él.
"Cada diseño es único", explica Ejupi. Y es que los bordados de las piezas se trata de diseños exclusivos que se piensan de manera milimétrica. La suegra de Ejupi es quien comprueba, con su ojo experto, que el diseño casa a la perfección cuando el mantón se coloca sobre el maniquí "porque, cuando haces ese pico, tiene que cuadrar hasta el milímetro. El mantón parece igual atrás que adelante". Por eso, ella coloca el mantón sobre el maniquí, "lo mira, que la punta del fleco cae en el mismo sitio, cambia de lado el maniquí y mira que cuadra todo delante".
El primer paso del proceso es el diseño, que "es lo más fácil" porque se realiza en un cuadro que se divide en cuatro por lo que el patrón de dibujo siempre cuadra, asegura Ejupi. "Donde no cuadraría es cuando haces el fleco" porque la seda se corta con una medida mayor de la que va a tener la pieza ya que el fleco se realiza en ganchillo y macramé, "no es fleco añadido" y, para doblarlo, las bordadoras marcan la seda "y saben los límites hasta donde tienen que llegar con el doblez", relata sobre este proceso de artesanía textil.
"Primero se borda el mantón y, por el peso del mantón hacemos el fleco. Cada mantón tiene que tener su caída", que depende de la cantidad del bordado de la pieza. Es decir, aquellos mantones con un fleco de mayor longitud también llevan un bordado más elaborado. Además, hay flecos de diversos tipos, que dependen del diseño porque pueden llevar "piña", "doble piña" o una elaboración más simple.
En cuanto a las mantillas, Ejupi exhibe en el Juan II españolas, "las de toda la vida", y granadinas, unas "preciosidades en tul de seda y bordado a mano". La española es en tul de seda o en blonda, y puede ir bordada a mano o a máquina. Los echarpes de diferentes colores también se bordan en función del diseño, o el chantillí, que se trabaja a máquina, "pero es muy delicado". Sin embargo, Ejupi lamenta no encontrar gente para hacer los flecos porque es una habilidad que la gente joven no quiere aprender y que pone en peligro estas piezas artesanales.
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