Entrevista | Tomás Campuzano Torero y apoderado
"Cuando el toro tiene fiereza, el torero debe improvisar y es cuando la gente se emociona"
"De las tardes que pasé por Toro, no tengo grandes recuerdos de grandes triunfos, aunque creo que una de ellas sí salí a hombros"

El torero Tomás Campuzano posa junto a un cartel en el que se anunció en Toro. / Carmen Toro
Tomás Rodríguez Pérez puede sonar a nombre común, pero Tomás Campuzano no fue un torero tal. La próxima semana, se cumplirán 25 años de su retirada de los ruedos, en Lima. 45 años después de su alternativa "de lujo", recuerda perfectamente aquella tarde junto a los maestros Curro Romero y El Viti. Y cada día se recuerda a sí mismo la importancia de estar cerca de la gente, como ha hecho en Toro, para mantener viva la llama de la afición a la tauromaquia: "Allí estará Tomás Campuzano".
–¿Le pesó más haberse criado en una ganadería o ver a su hermano para decidir ser torero?
–Mi vocación viene, primero, por ver la ganadería que teníamos lindando, ver los tentaderos, a los toreros toreando las vacas,... eso nos llamó mucho la atención a mi hermano y a mí. Mi padre también era muy buen aficionado y todas las noches escuchábamos "Clarín", era sagrado escuchar las noticias de los toros de Radio Nacional para ver qué había pasado, y eso se nos fue quedando. Yo me quedé en el campo trabajando, ver que mi hermano había salido adelante, se había hecho matador de toros, me ilusionó a intentarlo porque yo quería salir de allí, con la idea de ganar dinero, pero, sobre todo, para comprarle a mi madre aquella casa que le ilusionaba y, gracias a que fui torero, la tuvo y la disfrutó.
–Hábleme de esa "competencia leal" con su hermano...
–Dos hermanos de la misma familia, los dos toreando en las grandes plazas y ferias,... por lógica, hay competencia. Lo pasamos muy mal los dos toreando juntos. Éramos hermanos fuera de la plaza, pero, en el ruedo, no nos conocíamos, erámos dos toreros y competíamos para ser el mejor, para triunfar y para quedar por encima del otro. Los empresarios intentaban colocarnos juntos en los carteles, aquello creo que hubiese sido muy rentable, aunque era duro para nosotros, pero los apoderados no querían enfrentarnos en la plaza, era un morbo que nadie queríamos. A la gente le gustaba porque era una competencia sana, leal y de mucha entrega en cada toro. La tarde del mano a mano con los seis "victorinos" en Córdoba, acabamos el papel, que hacía mucho que no pasaba allí; así, muchas veces.
Éramos hermanos fuera de la plaza, pero, en el ruedo, no nos conocíamos

El torero Tomás Campuzano comparte un rato con aficionados en la sede de la peña taurina «La Verónica» de Toro. | C. T.
–Toreó en Toro varias veces, ¿cómo recuerda esas tardes?
–Creo recordar que toreé una en la plaza principal, creo que un festival. No sé si las dos corridas de toros fueron en la portátil, yo pensaba que había sido una corrida allí y el festival, en la plaza principal, pero algunos aficionados me decían que hay otros carteles de otros días en la plaza y sí parece que hay uno, que será seguramente el que toreé en la plaza principal, y las otras dos corridas fueron en la portátil. Recuerdo poco, quizás, algo más, la tarde que toreé con Jesulín y Rui Bento Vasquez, creo que corté una oreja o dos, no fue una tarde muy triunfal, no se me quedó mucho grabado de lo que pasó. De esas tardes que pasé por Toro, no tengo grandes recuerdos de grandes triunfos ni mucho menos, una sí que creo que salí a hombros, creo que la de Jesulín.
–¿Y qué es lo que mejor o con más cariño recuerda de sus veinte años como matador de toros?
–No es fácil. Cosas importantes ha habido muchísimas. Para mí, hay tardes muy clave, como el día de la alternativa, que fue de lujo, con Curro Romero y El Viti, con una corrida de Manolo González, y triunfando, eso me motivó muchísimo. Ese año, sustituí a Luis Francisco Esplá en Santander, toreé con Ortega Cano y Frascuelo una de Hernández Pla, fue una tarde completísima, aun sin matar, porque pinché muchísimo, me sirvió de acicate porque era una de las ferias importantes que pisaba y me llevé los trofeos de la feria, sólo con una oreja.
Luego ha habido muchas más, como la corrida de Murteira de 1980 en Madrid, un Domingo de Resurrección; el apoderado me dijo que no quería y yo le dije que sí porque no teníamos nada y había que tirar adelante; aquella tarde, sin cortar orejas, con tres vueltas al ruedo en el primer toro y otra en el segundo, me sirivó para que me dieran tres tardes en San Isidro; en la última, con la de Victorino, estuve muy bien, me querían sacar a hombros con una oreja nada más. Chopera, entonces, tenía sus plazas del Norte, me vio y me firmó 22 corridas
Hay otras tardes muy señaladas, como la corrida de Miura de 1988, que corté tres orejas, salí a hombros en Bilbao y fui el triunfador de la feria. La tarde de Topinero, que siempre se habla de él, fue muy señalada en mi carrera, o la de los seis toros de Sevilla, que no pude torear más que dos porque el tercero me pegó una cornada, pero dejé constancia de que tenía tirón porque, prácticamente, llené La Maestranza un 12 de octubre yo solo con seis toros.
En América, recuerdo una tarde importantísima en San Cristóbal (Venezuela), con el Niño de la Capea y Morenito de Maracay, con toros de Torrestrella, indultamos un toro cada uno; fue un antes y un después en el toreo en Venezuela, todavía se habla mucho. Lima ha sido una de mis plazas, de hecho, allí me corto la coleta y dejo de torear definitivamente. Empiezo a hacer memoria y se me van viniendo faenas y tardes importantísimas, como la despedida de Jaén, esa tarde no la cambio por ninguna porque reunir tanta gente, tantas peñas mías, toreando con El Juli, recién alternativado, y con Finito de Córdoba, y salir a hombros, cortando dos orejas y un rabo, como máximo triunfador, fue una despedida muy bonita.
–Como dice, siempre le recuerdan la faena a Topinero, pero, para usted, no es la mejor. ¿Cuál lo fue?
–En Sevilla, con Forrajero, de Guardiola, fue una faena mucho más medida, más templada y muy bien toreada, muy a gusto. No corté orejas porque se me fue la espada muy baja y la eché a perder, pero la faena ahí quedó, creo que es de mis tardes más redondas. También, la de Miura de Bilbao del 88, fue un toro muy bueno, encastado, bravo y fueron dos orejas apoteósicas.
La segunda tarde del año 80 en Madrid, con un toro de Gerardo Ortega, fue una faena de puerta grande, lo toreé muy bien, muy a gusto, quise matar en los medios, recibiendo, me la jugué y tuve la mala suerte de pinchar, pero la faena fue apoteósica. De esas tardes, he vivivo año tras año. Yo empezaba todos los años de cero y me iba labrando la temporada. Llegaba a Castellón, a Valencia, y de ahí tenía que arrancar y cortar dos orejas y dar la cara todos los días, eso era lo que me motivaba y no me quedé dormido en los laureles porque sabía que tenía que ganarme los contratos todos los días en la plaza.
–Qué distinto a lo actual, con las ferias hechas a principios de temporada, ¿verdad?
–Están hechas. Ya se conocen fechas y carteles para el año que viene en ferias importantes. Eso no puede ser porque el torero se relaja, la mayoría, sabiendo que tiene 30 corridas por delante, en cuanto el toro empieza a mirarlo o a ponerle problemas, pues es malo y lo mata, y la gente lo acepta. Antes, no, cuando te tocaba el toro malo, tenías que decir "tengo que tirar adelante, porque, si no, mañana, no me contratan en la otra plaza, que están pendientes a ver qué pasa hoy", eso era todos los días.
No puede ser que ya se conozcan fechas y carteles para el año que viene en ferias importantes
–La otra cara de la moneda es la injusticia de que los que triunfan no tienen hueco en los carteles porque ya están cerrados...
–Claro. Como los toreros que están por abajo saben que el triunfo no les va a ser rentable, si el toro no le colabora, pues lo matan también. ¿Para qué me voy a jugar la vida y a dejar matar si cortar tres orejas no me va a servir para ir a otro lado porque los carteles ya están hechos seis meses antes de la feria? Hay casos muy recientes de toreros que están saliendo a hombros todos los días que no entran en las ferias porque, quizá, ese torero molesta en otros carteles o a los toreros que llevan la propias empresas. Entonces, no dan cabida y no abren el camino a esos toreros jóvenes que se ve que pueden ser figuras del toreo, a la larga, lo son, pero tardan más porque no les dan cancha los que están arriba.
Siempre ha sido así, los de arriba siempre han apretado y, cuando han venido los nuevos, antes de desplazarlos, se ponían al lado para ver quién era figura del toreo. En mi época, el primero que tiró de todos nosotros y nos puso a torear fue el maestro Paquirri, decía "yo y dos más, pero los dos los pongo yo", le gustaba la competencia; cuando veía uno que le apretaba, él se crecía y eso era lo que buscaba, uno que le apretase prara poder sacar lo mejor de él. Ahora, cuando viene uno apretando, "este no lo pongas ni en la feria, por si acaso".
–Dice que los "victorinos" de ahora no son como los de antes, ¿en qué se diferencian?
–Los toros de antes de Victorino, de salida, no había ni uno que pudiese torearse bien con el capote; al salir del vuelo, se revolvían sobre las manos con una una facilidad y una agresividad tremendas; incluso, con la muleta, no aflojaban, tú te liabas a poderles, a torearlos y les dabas diez muletazos seguidos y no dejaban de embestir, te tenías que preparar físicamente mucho porque te desbordaban. Hoy en día, el toro de Victorino tiene su agresividad, su importancia, tiene todavía el pique ese de Victorino, pero de otra manera, se para en los muletazos de uno en uno, lo puedes torear a gusto, te puedes relajar con él; antes, no.
–¿Cree que este cambio se debe a los toreros?
–Yo le echo la culpa más al público. Los toreros ofrecen al público lo que quieren ver y exigen. Si el público no te exige ligazón y les gustan los pases de uno en uno, no te exige que te pongas en la raya imaginaria que, según Paco Ojeda, existe,... Cuando te lo exige una vez o dos, a la tercera, te pones allí si quieres salir adelante y triunfar; si el público te admite que lo torees al hilo del pitón, que lo torees por fuera y no te los ajustes,... antes, eso no te lo perdonaba, no podías torear un toro por el pitón de fuera y sin ajustarte y que no te lo pasases cerca de los muslos. Hoy en día, en raras ocasiones, Madrid te lo exige, nada más; antes, era en muchísimas plazas.
–¿Y este cambio del público es por desconocimiento o relajación?
–Yo creo que las nuevas generaciones no han percibido o no han tenido tiempo de ver cómo ha sido la tauromaquia antes porque, antes, los aficionados viejos exigían; hoy, si se divierten, bien, si no, se van para casa tranquilos y no protestan. En estos últimos años, sí estoy notando una corriente joven que sí exige a los toreros que se coloquen, que se pongan en el sitio,... esto son ciclos, ha habido un ciclo que ha pasado de todo, pero ahora estoy notando que la gente joven se está preocupando de aprender cómo era la lidia, cómo es el toreo, cómo tiene que hacerlo,... cuando se lo ven hacer a un torero y a otro, comparan y van exigiendo, ese va a ser el futuro dentro de pocos años, que la mayoría de las plazas exija muchísimo a los toreros.
Antes, en cualquier plaza de cualquier pueblo, la gente se metía contigo y te tiraba de todo. Hoy sale un toro malo, te doblas con él, lo matas y ni te pitan, pero ya estoy viendo gente joven que se da cuenta y lo protesta y eso es bueno: la exigencia a los toreros en la plaza, incluso, a la empresa. Estos que están protestando y exigiendo van a ir volviendo una vez y otra. Va a ser más duro para los toreros, pero, a la larga, el público va a responder y va a ir a la plaza porque se va a dar cuenta de cómo es la lidia y cómo pueden disfrutar de ella, porque no es sólo torear bonito para disfrutar; se disfruta con un toro difícil, al ver cómo le andan los toreros, cómo los dominan, cómo son capaces de someterlos y de hacerles las cosas que no se dejan hacer,... cuando un aficionado aprende esas cosas, la corrida más difícil que haya la disfruta porque está viendo algo distinto; para eso, hay que tener un toro que tenga movilidad, agresividad y fiereza; entonces, el torero tiene que improvisar muchísimo y, cuando se improvisa, es cuando la gente se emociona de lo que está viendo.
Estoy viendo una corriente joven que se preocupa de saber cómo era la lidia y exige
–¿Cree que el público se emociona, en general, ahora?
–Nada. Hoy se apasionan en contadas ocasiones. Cuando veo que se emocionan, me gusta mucho y disfruto mucho, cuando veo a toreros haciendo el toreo muy bien, como ese Morante con el capote, o ese Juan Ortega,... cuando veo el público cómo se levanta, cómo aplaude, cómo lo vive,... es extraordinario. Si eso sucediera muchas más tardes, la pasión del toreo no tendría límites. Lo que no puede pasar es que, tarde tras tarde, el público se va de la plaza un poco desilusionado de lo que iba a ver, el no ver al toro en su plenitud de raza, de movilidad y de bravura,... y en contadas ocasiones ven al torero torear muy bien y muy despacio y muy a gusto y haciendo el toreo puro... Antes, se emocionaban en cualquier corrida con dos o tres toros, y, hoy en día, se van tardes y tardes en blanco, sin pasar nada, y eso no es bueno.
–En su labor de veedor de toros, ¿puede decirme cómo está el campo bravo actualmente? ¿Es cierto que no hay toros?
–No hay toros. En el campo, ha habido unos años con una sequía y una travesía del desierto tremenda, ya antes de la pandemia se veía venir porque había mucho ganado, había miles de vacas y toros por todos lados. Con la pandemia, las ganaderías se quedan una año sin poder lidiar y tienen que empezar a matar vacas, toros y sementales; todos, al matadero. Para no arruinarse del todo, iban echando toros y vacas a puerta cerrada por nada y menos y, ahora, el que no ha sido capaz de subsistir, se ve que no hay toros.
Entonces, para montar cualquier festejo, tienes que pensar en desafíos ganaderos, poner toros de varias ganaderías,... o sacar una corrida que no va bien presentada porque vas al campo y les quedan siete toros y o te la llevas o nada, y uno es bonito, el otro tiene los pitones para allá... no puedes presentar corridas de toros parejas para cada plaza; tienes que arreglarte con lo que hay en el campo o rebuscar,...
Porque esa es otro, a los ganaderos, al no haber toros, donde se los están pagando bien es en los encierros para los toros que sueltan en las capeas de la zona del Levante. El número de toros es el mismo y esos sí que tiran de muchos toros que serían muy factibles y muy buenos para corridas, pero les pagan el triple de lo que pagan para una lidia normal y yo conozco a algunos ganaderos que se han liado a criar a toros bravos para los encierros, ganaderías muy buenas, toros extraordinarios,... las dejan para las calles y se las pagan por adelantado; eso, en las corridas de toros, no pasa, los reseñan y, como mucho, les da un señal, pero mínima. Y saben que no van a tener problemas de reconocimientos porque vienen a reconocerlos los de la peña.
–Acaba de participar en las Jornadas de la Unión de Presidentes de Plazas de Toros de España, en una mesa sobre el Reglamento taurino. ¿Cuál es su postura?
–Ha habido un debate interesantísimo. Creo que el Reglamento actual tiene muchas lagunas y no es fácil poder conllevar uno de cada comunidad; incluso, se comentó, y yo estaba de acuerdo, que sería bueno anular el Reglamento y poner unas normas. Yo he dicho que se debería poner el sistema de Francia, que son las comisiones taurinas, y el sistema de algunas ferias de novilladas de la Comunidad de Madrid, que llevan el toro más íntegro y mejor presentado que a cualquier plaza de España, y en Francia no tienen problemas ni de reglamentos ni de revisión de astas ni de nada. Si alguien hace fraude, tanto toreros como ganaderos, los vetan por unos años. Para ese sistema, tendríamos que hacer una federación taurina o algo así, que sea la que mande y no tengamos unos reglamenos ni que depender de unos estatutos de gobierno que no nos benefician en nada; en vez de ayudarnos, lo que hacen es tirarnos al cuello a todos. Tenemos que buscar vías y avanzar porque el toreo no es el mismo que hace 40 o 50 años, la vida va evolucionando y nosotros nos estamos quedando atrás, tenemos que evolucionar también.
–También está participando en varios coloquios y charlas con aficionados, ¿es importante mantener esta cercanía con la afición?
–No importante, creo que es muy necesario. Yo podría estar en mi casa el fin de semana muy tranquilo, pero, cuando me llaman, entiendo que es obligación nuestra, de todos los que pertenecemos al mundo del toro, ir a esos coloquios y a esa participación que el aficionado necesita y quiere saber nuestra opinión, de cómo está la Fiesta y cuál es el camino a seguir.
Dicen que no hay afición y, en un sitio como Toro, con la convocatoria que hubo de gente joven y mayor, se demostró que hay afición e interés porque querían escuchar, en este caso, a mí, y cuando llevan a otra persona, igual. Yo lo hago con mucho gusto y porque creo que el toreo necesita que estemos a la vera de los aficionados. Por eso, cada vez que me llaman, voy y doy mi granito de arena y, si con mi presencia, creamos que el aficionado vuelva a estar iluisonado y a saber qué camino seguir para que la afición y el mundo del toro no se vengan abajo, ahí estará Tomás Campuzano.
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