La DO arranca la cosecha con una previsión ligeramente inferior a 2023

El Consejo Regulador estima una producción de hasta 20 millones de kilos que puede variar en función de las lluvias durante la campaña

Uno de los viticultores supervisa los viñedos de cara al inicio de la campaña. | M. J. C.

Uno de los viticultores supervisa los viñedos de cara al inicio de la campaña. | M. J. C.

Estefanía Vega

Las primeras bodegas han arrancado una vendimia que llega ligeramente adelantada y que prevé una calidad "excelente" en la cosecha de las diferentes variedades enmarcadas dentro de la Denominación de Origen Toro, si bien con una expectativa inicial de ligera merma de entre el 10 y el 15% con respecto a la campaña pasada. Una estimación condicionada a las actuales previsiones meteorológicas que apuntan a una baja probabilidad de lluvias durante la próxima quincena.

Frente a los 22.480.418 kilos recepcionados en 2023, el Consejo Regulador de la Denominación de origen Toro estima que la presente campaña se situaría entre 19 y los 20 millones de kilos. Unas cifras en todo caso orientativas y con opciones a aumentar su producción final en función de las precipitaciones que permitirían engrosar aún más la uva durante la época oficial de campaña que arrancará este lunes, 16 de septiembre, y se extenderá hasta el 15 de octubre.

Las recolecciones más tempranas se iniciaron el pasado 26 de agosto y hasta la fecha ya se han recepcionado un total de 562.908 kilos de uva, de los cuales el 83% pertenece a la variedad autóctona Tinta de Toro (553.450 kilos) frente al resto de variedades autorizadas. Así, del verdejo se han recepcionado un total de 4.862 kilos frente a los 3.100 de la garnacha tinta y los 1.496 de albillo real.

La ausencia de lluvias significativas durante la época estival ha permitido sortear enfermedades como la botrytis, el mildiu y el oidio, consecuencia directa de la presencia de hongos que afloran con la humedad y generan la podredumbre del racimo. Un factor que se suma a las oscilaciones térmicas propias de esta época con noches frías y días calurosos que generan una combinación "perfecta para que la uva madure mejor".

La de este año será un inicio de campaña atrasada con respecto a los últimos tiempos, si bien coincide en calendario con el arranque tradicional que "siempre se daba a mediados de septiembre".

En cuanto al descenso inicialmente previsto en la recolección de uva, desde el Consejo Regulador apuntan como causas a las lluvias caídas en pleno proceso de floración, lo que deriva en una pérdida parcial de las flores y, por consecuencia, de la cantidad de uva por racimo.

El presidente del Consejo Regulador Felipe Nalda, ha hablado de un ciclo vegetativo caracterizado por unas precipitaciones entre un 20 y un 25% superiores al año anterior al que siguió un mes de abril "un poco accidentado" con heladas que se extendieron por varias zonas de Castilla y León, y que en la Ribera del Duero fue "bastante aguda".

"Luego hemos tenido un poquito y que se está convirtiendo en normalizado, esas olas de calor, que este año se han concentrado en agosto –otros años empezaban en julio–, lo que ha hecho es que la planta tampoco haya sufrido. En el cuajado tampoco ha habido contratiempos, fitosanitariamente el viñedo se encuentra en un estado excepcional… en definitiva ha sido un verano tranquilo".

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