Entrevista | Kacho Casal Baterista de Rock con Ñ y exbaterista de Burning
"La música es fundamental y no debe dejarse de lado; enriquece siempre"
"El problema con el rock es que las nuevas generaciones no han tenido acceso a él; un padre no lo inculca a su hijo desde pequeño"
"Mari Trini era una tía increíble. Con Manolo Tena, estuve siete años que fueron magníficos"
"Zamora es una ciudad pequeña, pero lo han organizado todo muy bien y es un festival de primer nivel, sólo hay que ver los bateros estrellas que vienen"

El baterista Kacho Casal en Toro / Carmen Toro
Kacho Casal ha cruzó el charco hace más de 40 años por perseguir un sueño: vivir con las baquetas de la batería en las manos. Hace unos días, tocó en Toro con la banda Rock con Ñ, de la que forma parte.
–Comenzó tocando la guitarra y se pasó a la batería. ¿Por qué?
–Empecé poco a poco con una guitarra que le regalaron a mi hermana, que ella nunca tocó, estudiando un poco, pero siempre autodidacta. Vi la película "Woodstock", yo tendría 13 años y, además de impactarme todo, la actuación de Santana me voló la cabeza, el solo de batería me volvió loco. La película duraba como tres horas y la vi dos veces sólo por volver a ver ese solo. A partir de ahí, empecé a aporrear todo lo que tenía a mano, con un par de baquetas que me había fabricado con unas perchas de mi madre, que siempre me quería matar porque se iban rompiendo las varillas de abajo. Después, ya decidí estudiar; un tío mío me regaló mi primera batería, pero con la condición de que estudiara música.
–¿Cuáles fueron sus referentes e influencias?
-Santana fue el primero. Ya después, Ginger Baker, de Cream; John Bonham, de Led Zeppelin; Ian Paice, de Deep Purple; Mitch Mitchell, que era el batero de Jimi Hendrix,... la lista es interminable. Después, empezó el rock sinfónico, con Phil Collins, Bill Bruford, que estuvo primero con Yes y, después, con King Crimson,.. y, hasta hoy, siguen saliendo nuevos ídolos.
-Llegó a España desde su Uruguay natal en 1980. ¿Cuál era su objetivo aquí?
–Uruguay estaba en los años de dictadura; la represión no afectaba directamente a la banda que teníamos, pero cada vez había menos sitios donde tocar. Yo había hecho de todo: tocar en garitos, acompañando cantantes, compuse música para teatro,... pero con la banda de rock que teníamos ya no podíamos tocar. Poco a poco, se fueron viniendo para Europa y yo fui el último. La idea era continuar con el proyecto de banda que teníamos en Montevideo, pero lo descartarmos enseguida porque allí cada uno teníamos un trabajo extra. Al venir, el objetivo era vivir de la música; mi primer año fue "hacer la mili" con una orquesta y, poco a poco, fui acompañando cantantes y luego pude meterme en bandas.
El problema con el rock es que las nuevas generaciones no han tenido acceso a él
–¿Ve una gran evolución del sector desde aquellos años?
–Hay una frase que se repite: esto está muy mal. Mal siempre estuvo o, al menos, nunca ha sido demasiado fácil. El problema con el rock es que las nuevas generaciones no han tenido acceso a él. Un padre no lo inculca a su hijo desde pequeño, la gente joven está en otra. Los primeros años en España, me costó un poco meterme en el mundo del rock. Aquellos años eran muchos mejores para las bandas de rock, pero seguiremos tocándolo, aunque no sea para ser millonarios, ese nunca fue el objetivo (ríe).
–Ha pasado por varias bandas y estilos. ¿Con cuál se queda?
–Una de mis bandas fue Topo, a pesar de que estuve más tiempo en Burning, 22 años. He tocado de todo un poco, también me metí con estudios de jazz, he tenido algunas bandas para tocar en garitos, tocando jazz rock, pero, realmente, soy un batería de rock porque es una música muy visceral; sí puedo tocar salsa o jazz, pero el sentimiento no es el mismo.
–La banda por la que es más reconocido es por ser miembro de Burning. ¿Ese apellido pesa o, al contrario, es una satisfacción?
–Burning no terminó como todos queríamos porque nos fuimos Pinilla, Carlitos y yo. Burning terminó un ciclo y los tres decidimos emprender otro viaje; ahora estamos en otro proyecto, Rock con Ñ, que habéis podido ver en Toro.
–Ha acompañado a artistas de primer nivel de todo tipo, como Los Amaya, Azúcar Moreno, Lolita, Pino D’Angio, Mari Trini, Manolo Tena,... ¿Es un aprendizaje más allá del profesional?
–Claro. No son los estilos que más me gustan, pero, cuando tocas con alguien, la primera regla es tocar lo que debes y con todo el respeto y cariño, y la verdad es que me lo he pasado muy bien con todos los artistas. Mari Trini era una tía increíble. Con Manolo Tena, estuve siete años que fueron magníficos; en una gira de "Sangre Española", hicimos 70 conciertos en un verano, algo que ni Alejandro Sanz podría hacer ahora.
Una de las satisfacciones fue ver a alumnos de mis alumnos tocar con un nivel excepcional, es decir, ser abuelo de bateros
–Además de toda ese bagaje, también ha sido compositor e, incluso, profesor. Es un músico polifacético...
–Sí, de todo un poco. Estuve unos años en el "Rockservatorio", que fue la primera escuela de rock, y ahí tuve la suerte de que me echó un cable, porque yo todavía no era "famosillo" porque famoso no soy, y fue una gran idea de Hermes Calabria, que estaba en pleno auge con Barón Rojo; él era el director de la academia y se apuntaban un montón de chavales sólo por dar clases con Hermes, aunque el grueso de alumnos lo tenía yo. Fue un chute de energía. Llegó un momento de tener 70 alumnos al mes, una locura. Una de las satisfacciones fue ver a alumnos de mis alumnos tocar con un nivel excepcional, es decir, ser abuelo de bateros.
–Ha escrito el método de batería "Ostinatos para Vagos". ¿Cómo se le ocurre y qué se puede encontrar en el libro?
–El libro está agotado porque vendimos las 13 ediciones. Ya veremos si hacemos una reedición o si sacamos la segunda parte. La idea se me ocurrió cuando estaba con Topo, aunque la tenía desde antes, pero, por los años 80, me puse a escribir y escribir, lo guardé en un cajón porque no se vendían métodos de batería de bateros extranjeros, americanos o ingleses; creo que estaban el método de Pepe Sánchez, el de Regolí y alguno más; ni se me ocurrió publicarlo. Hace unos años, conocí a José Rosendo, un batero excepcional y un chaval increíble, fui a tocar a su pueblo y le llevé un borrador y me dijo "¿y esto no lo has editado nunca? Esto lo tienes que sacar", me empezó a calentar la cabeza y le dije "vamos a hacer una cosa: lo curramos juntos y te pongo como socio" porque ha estado en un cajón criando ácaros.
Me encantan los pueblos pequeños donde hay unas bandas de las que dices "qué buenos"
–Lleva toda una vida dedicado a la música, ¿se habría planteado ser otra cosa?
-La verdad es que no y, cuando vine a España, lo tenía más claro. En Uruguay, hacía de todo. Profesionalmente, de 1973 a 1980, hice un montón de cosas, pero el soporte económico era trabajar en una empresa de refrigeración industrial de mi tío, donde llevaba la contabilidad. Pero era imposible dedicarle todo el tiempo a la música y tampoco podía dejar de trabajar en la empresa. La única alternativa era poder vivir de la música y por eso me vine como un loco para aquí; me vine con 70.000 pesetas, unos platos, mi primera mujer y mi primer hijo, que tenía dos años. Un inconsciente (ríe).
–En Zamora, se celebra anualmente un festival internacional de batería en el que ha estado. ¿Qué cree que supone este tipo de festivales en una provincia como esta?
–Conocí a Juanjo, el organizador, por Facebook; un día, tocaba cerquita, lo invité, hablamos y me dijo "si tienes el método, lo presentamos en el festival". Nos echó un cable increíble porque el libro aún no estaba impreso, se hizo una edición de emergencia que corrió a cargo de Alteisa y estuvimos con las primeras figuras del festival. Fue increíble. Zamora es una ciudad pequeña, pero lo han organizado todo muy bien y es un festival de primer nivel, sólo hay que ver los bateros estrellas que vienen. Se estropeó un poco con el parón del virus, pero han salido del bache y creo que cada año lo van superando. Es increíble lo que hacen porque hay grandes ciudades que no se animan a hacer este tipo de eventos, y baterías, en España, hay miles, o sea que es una apuesta segura si lo organizas bien.
–En Toro, hay mucha afición a la música, capitaneada por la Escuela Municipal y la Banda Municipal. ¿Cómo cree que sirve la música a niños y jóvenes?
–Es fundamental, es una rama de la cultura que no se debe dejar de lado. Me encantan los pueblos pequeños donde hay unas bandas de las que dices "qué buenos". Es fundamental que no se deje porque es como un primer paso, no todo el mundo va a ser músico profesional, pero la música enriquece siempre. Y lo que suena por la radio enriquece muy poco, tanto profesionalmente como por su vocabulario.
Suscríbete para seguir leyendo
- Un hombre y una mujer, heridos al quedar atrapados en un accidente en Toro
- La bodega del magnate francés Bernard Magrez, a la venta en Toro
- Solemne profesión de Sor Eva de la Soledad en el convento del Sancti Spíritus de Toro
- En España no se enseña bien la cultura del vino
- Toro se aferra al Cristo del Amparo
- La II Quedada Motera de 'Moteros de Nevera' recalará por primera vez en Toro
- Silencio, Cristo ha muerto también en Toro
- Cientos de cofrades de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla desafían la lluvia en Toro