Entrevista | David Casas Ramos Periodista taurino

"Taurinamente hablando, tengo dos plazas de toros: Las Ventas y la de Toro"

"La tauromaquia no tiene ideología, en ella caben todos los pensamientos y todo tipo de perfiles y conceptos del toro"

El periodista David Casas posa en su cercado en Pinilla de Toro.

El periodista David Casas posa en su cercado en Pinilla de Toro. / Carmen Toro.

David Casas se "cuela" un buen puñado de tardes de la temporada taurina, a través de las retransmisiones de las ferias en el canal de TV OneToro, en las casas de aficionados de dentro y fuera de España. Estos días, con 25 años cumplidos en la profesión, disfruta de un descanso en la suya familiar, en Pinilla de Toro.

–¿Qué supone Pinilla de Toro para usted? ¿Viene a menudo?

–Me he criado aquí, prácticamente. He vivido siempre en Madrid, pero mi infancia transcurría en Pinilla porque la familia de mi padre vive aquí. Veníamos a ver a los abuelos, a pasar los veranos con los amigos,... También hemos sido galgueros, teníamos aquí el coto y venir todos los domingos del año de caza a Pinilla era prácticamente una religión. Eso hizo que nuestras raíces se echaran aquí. Cada año, venimos los amigos de todas las partes de España y nos juntamos, ya con nuestros hijos. Venir aquí es recordar la infancia y mantener la esencia de los pueblos.

–De su padre "mamó" la afición taurina. ¿También arraiga aquí?

–Claro. Mi padre quiso ser torero, estuvo en la Escuela Taurina y llegó a debutar en la plaza de toros de Albacete . Lo recuerdo toreando a las chotas cada vez que veníamos a las fiestas de Pinilla, siempre estaba con el capote y la muleta.

–Para usted, la comarca de Toro es sinónimo de libertad. ¿También lo es la tauromaquia?

–Sí. Con los tiempos que corren, la tauromaquia es sinónimo de una libertad de poder hacer lo que te guste, cuando, donde y como quieras. Es un espectáculo legal, pero es verdad que somos la resistencia. La tauromaquia, a la que se ha tachado en los últimos años, interesadamente, de facha, no tiene ideología; en una plaza de toros caben todos los pensamientos, pero, malintencionadamente, desde un sector político, se están encargando de identificarla con la derecha extrema. Nada más lejos de la realidad, son ellos los que están intentando identificarla para crear un conflicto. Pero creo que está de moda ir a los toros; se nos ha tachado de ser un poco lo más retrógrado y ahora resulta que somos lo más moderno, lo más rebelde y lo más "vintage". Me gusta ese espíritu de rebeldía y de libertad.

–Hay una plaza de toros de la zona que le resulta especial, ¿es así?

–Sí, la plaza de toros de Toro (sonríe). Taurinamente hablando, yo tengo dos plazas de toros, una es Las Ventas porque me he criado en Madrid y, desde que tengo uso de razón, recuerdo estar allí; pero otra es la plaza de toros de Toro. Ahí he vivido historias preciosas, mi infancia. En verano, la plaza de Toro era donde yo veía toros, con la cuba del vino, con la gente recortando y toreando,... para mí, es una plaza tan distinta a Madrid, pero tan complementaria; por eso, en la tauromaquia caben todos los pensamientos y todo tipo de perfiles y de conceptos del toro. A veces, cuando no comprendía a Madrid, tenía que venir a Toro para reconciliarme con lo que yo sentía que era la tauromaquia. La de Toro es una maravilla, tiene una esencia, una personalidad y un sabor que le dan un carácter especial.

–Toro fue el segundo municipio del mundo en declarar sus festejos taurinos patrimonio cultural inmaterial, ¿le supone un orgullo que su tierra fuera pionera en una declaración así?

–Lo es. Es el único municipio que lleva el nombre del toro. Yo nunca digo que soy de Pinilla de Toro, sino de Toro y, si veo que lo conocen, digo "de un pueblecito de al lado que se llama Pinilla de Toro". Me encanta Toro y he pasado mucho tiempo; más, en la adolescencia, cuando los amigos empezábamos a salir de fiesta y veníamos porque creíamos que había más ambiente que en Madrid. Yo presumo de Toro, de la plaza de toros de Toro y, sobre todo, de ese espíritu que demostró la localidad cuando declaró la tauromaquia patrimonio cultural inmaterial.

Es un orgullo que Toro fuera pionera en declarar la tauromaquia patrimonio cultural inmaterial

David Casas

— Periodista taurino

–¿Se imagina la provincia de Zamora sin festejos taurinos?

–Imposible. Es verdad que España, en 60 años, ha pasado de ser un país rural a un país urbano, y hemos pasado de servirnos de los animales para vivir, en la labranza, en la agricultura,... a que, de pronto, sean mascotas. Pero siempre digo que no se concibe ningún pueblo de España, ni de Castilla y León, ni de Castilla-La Mancha, ni del mismo Madrid, ni del Levante, sin un toro por las calles.

Eso es la esencia de los pueblos y te das cuenta de que, aunque una persona no sea aficionada a los toros, en cuanto tiras un poquito del hilo, siempre hay un padre o un abuelo que han sido aficionados y de que ellos mismos, aunque no sean taurinos, no conciben las fiestas de un pueblo sin un toro en la calle. No existe un pueblo en el que no tenga presencia el toro, es la esencia de nuestro origen y la base de todo. Para mí, es impensable y creo que estamos muy lejos de llegar a eso porque, al final, imperan la razón y el sentido común, aunque creo que lo hace más en las personas que en los políticos que, muchas veces, remueven en la basura temas que a la gente ni le importan.

–¿Y se imagina su vida sin dedicarse al periodismo taurino?

–Si no fuera el periodismo taurino, seguiría siendo periodista. Me costaría mucho imaginar mi vida sin el toro; sin el periodismo, sería imposible porque no concibo la vida sin contar historias. El periodismo taurino me ha permitido desarrollarme en todas las facetas y cumplir todos los registros: he hecho radio, prensa, televisión, entrevistas, directos, informativos, reportajes,... me ha permitido tocar todos los palos, por lo que me siento muy realizado.

–¿Y con qué se queda?

–Necesitaba volver a sentir la emoción de la radio después de 18 años en la Cadena Ser y, aunque sea en un podcast, "Espacio Toro" (RTVE), estoy sintiendo cosas muy bonitas. Es verdad que lo que más me llena y por lo que más se me conoce es la televisión; me lo paso bien y me gustan los directos porque me dan la adrenalina de saber que se enciende el piloto rojo y no hay vuelta atrás, y que tengo derecho a equivocarme y a saber rectificar con cierta naturalidad. Necesito el directo para vivir.

–¿Nunca sintió la llamada del toreo, como intentó su padre?

–Nunca me planteé ser torero; sí, conocer la tauromaquia por dentro. Creo que, para hablar de toros, tienes que saber lo que se siente delante de un animal, aunque sea un becerrito; ese miedo escénico, la responsabilidad, el miedo al fracaso, la ilusión,...todo lo que puede sentir un torero. Fui a la Escuela de Madrid, no como alumno, pero sí con frecuencia. Pero siempre tuve claro que lo mío era contar historias.

–¿Cómo ha evolucionado el periodismo taurino en los 25 años que lleva en la profesión?

–Mucho. Cuando yo empezaba, no había Internet, teníamos las agencias para ver noticias, intentar empaparte de lo que había pasado y, luego, investigar. Muchas veces, hablabas con un torero porque el mozo de espadas te había dicho dónde cenarían, llamabas a la venta o al restaurante y el dueño te pasaba con el torero y tú lo entrevistabas. Ha cambiado, pero lo bueno es que mantenemos la esencia, es como la tauromaquia, que ha crecido y ha avanzado, pero hay algo fundamental, sagrado, que es el toro; al toro no se le toca. Aquí pasa igual, hemos avanzado mucho técnicamente, pero la base y la premisa es la misma: hacer periodismo.

–Dirige el Curso de Periodismo y Comunicación Taurina de la Comunidad de Madrid, ¿cómo vienen las nuevas hornadas de periodistas taurinos?

–Con ilusión y mucha afición. Cada vez, viene gente más joven, algo que me sorprende. Hay mucha gente muy aficionada y otra que quiere conocer el mundo del toro y hacer periodismo. Mientras siga habiendo gente con ilusión y ganas de trabajar, tenemos la profesión garantizada.

Yo me niego a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni en el periodismo ni en el fútbol ni en la tauromaquia; creo que el que triunfó hace 50 años lo haría hoy y viceversa. Soy optimista, no es que no tenga espíritu crítico, pero creo que estamos en un momento bueno. Mucha veces, pensamos que las personas somos imprescindibles y te das cuenta de que no hay nadie que lo sea, se han retirado las mejores figuras del toreo, los mejores deportistas de élite, los mejores periodistas y todo sigue en pie. A mí me gusta rodearme de gente joven porque ellos piensan que aprenden de mí y no se dan cuenta de que soy yo el que aprendo de ellos porque me enseñan que, en cierto modo, nos podemos quedar un poco obsoletos y rodearme de gente joven en el equipo me da otra visión, de saber qué lenguaje utilizar, cómo utilizan la tecnología en redes sociales, cómo conectar con la gente de su edad,...

–¿Tampoco fue mejor cualquier tiempo pasado en cuanto a la confección de carteles y ferias?

–Todo ha cambiado. Cuando yo empecé, estaban la Casa Balañá, la Casa Matilla, la Casa Chopera y la Casa Lozano, eran cuatro familias muy importantes que manejaban todos los entresijos de la tauromaquia. Hoy en día, hay mucha más gente joven, muchos empresarios muy jóvenes que lo están haciendo muy bien. Es verdad que, en muchas plazas de toros, impedían y siguen impidiendo que esa gente joven se presente porque no tienen la experiencia, ¿cómo van a tenerla si no les dejas entrar? Creo que hay gente nueva muy válida.

La tauromaquia ha crecido mucho; cuando yo empecé, no había páginas web en las plazas de toros, las entradas se tenían que comprar en taquilla y pagar en efectivo,... ha evolucionado todo tanto que hemos ganado en dinamismo, en eficacia, en facilidad a la hora de llegar a todos los rincones de la sociedad,... y creo que hay muchos empresarios que son auténticos empresarios que aplican la técnica del empresariado al mundo del toro, y hay grandes taurinos que han heredado los negocios familiares que, no por heredarlos tienen que ser buenos, pero también aportan ese conocimiento y sabiduría. Creo que estamos en un momento interesante, es el que nos toca vivir, es la realidad y creo que las ferias actuales gozan de mucha salud. Ahora mismo, la tauromaquia goza de gran salud porque hay ganaderos que hacen muy bien su trabajo, hay toreros que son capaces de llevar gente a los tendidos y porque hay empresarios que hacen bien su trabajo. Creo que estamos en un momento muy positivo; además, yo soy optimista, no es que no tenga espíritu crítico, pero creo que estamos en un momento bueno, en general, y que estamos haciendo las cosas bien.

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