Los Arenales, la “zona cero” del problema del agua en Toro

El acuífero del que se nutre Toro sufre sobreexplotación, contaminación por la alta carga agrícola que soporta o extracciones irregulares para el riego

Instalaciones de Santa Catalina en las que se capta el agua del acuífero con dos sondeos. | M. J. C.

Instalaciones de Santa Catalina en las que se capta el agua del acuífero con dos sondeos. | M. J. C. / María Jesús Cachazo

Desde el pasado 7 de diciembre, Toro ha tenido que prohibir en tres ocasiones el consumo del agua procedente de la red municipal de abastecimiento, en la que se ha detectado un nivel de arsénico que excede el máximo permitido por ley, fijado en 10 microgramos por litro. El origen del problema radica en el acuífero Los Arenales, del que Toro capta el agua con dos pozos de sondeo ubicados en el paraje de las eras de Santa Catalina.

El estudio “SOS Acuíferos” presentado en octubre del pasado año por la organización Greenpeace sitúa “la zona cero” de los problemas medioambientales en la cuenca del Duero en el acuífero Los Arenales, que se extiende por más 7.700 kilómetros cuadrados en las provincias de Zamora, Valladolid, Ávila, Salamanca y Segovia.

El informe revela que el 28,1% de las masas de agua subterráneas de la cuenca del Duero presentan un “mal estado químico”, y el 6,2% un “mal estado cuantitativo”, es decir, están sobreexplotadas. Tres de las cuatro masas de agua declaradas en “mal estado cuantitativo” en la cuenca del Duero pertenecen al acuífero Los Arenales, que alcanza un volumen de extracción anual estimado de 446 hectómetros cúbicos, mientras que el recurso disponible es de 298 hectómetros cúbicos, es decir, se extrae más cantidad de agua de la que puede reponer el ciclo natural. En concreto, en el tramo del acuífero en el que Toro extrae el agua, se calcula que la sobreexplotación ronda el 194%.

El estudio también destaca que, en los últimos años, la zona que depende del acuífero ha experimentado una transformación agrícola, ya que los cereales o los viñedos de secano han sido desplazados por patatas, maíz o remolachas, cultivos que demandan más agua. En la cuenca del Duero, la actividad ganadera también tiene un peso importante y acumula una demanda anual de 64,5 hectómetros cúbicos de agua, principalmente de origen subterráneo, pero se espera que en el año 2039 se incremente hasta casi un 50%. La alta carga agrícola y ganadera que soporta el acuífero Los Arenales es, por tanto, uno de los motivos que podría explicar tanto el exceso de extracción de agua subterránea que sufre desde hace décadas o el problema de contaminación.

El estudio va más allá y asegura que de las 64 masas de agua que conforman la cuenca del Duero, 18 presentan un “mal estado químico” por la contaminación con nitratos y amonio, aunque en otras se han detectado elevados niveles de arsénico, como en el caso de la masa en la que Toro capta agua para el abastecimiento de la población. Así, el informe atribuye en parte el problema de contaminación del agua de Los Arenales al uso de fertilizantes y a su sobreexplotación, al “mover” aguas profundas contaminadas con arsénico dentro del propio acuífero.

Por otra parte, Greenpeace alerta en su estudio de que, a pesar de solicitar una prórroga hasta el año 2033 para solucionar el problema, la Confederación Hidrográfica del Duero ha reconocido que no existe el suficiente conocimiento técnico para estimar la evolución futura de las concentraciones de arsénico, pero confía en que las medidas que se impongan para reducir las de nitratos permitan también rebajar las de arsénico.

"Saqueo del agua"

A los problemas de sobreexplotación y contaminación difusa por la alta carga agrícola y ganadera que soporta el acuífero, otro estudio de la organización WWF destapa un presunto “saqueo del agua” en espacios protegidos de España como Daimiel, Doñana o el Mar Menor, pero también en Los Arenales que, a lo largo del año 2019, sufrió una extracción ilegal para regar 23.975 hectáreas, superficie equivalente a más de 29.000 campos de fútbol.

De hecho, según WWF, en los últimos 15 años se ha detectado un preocupante descenso de Los Arenales y la masa de agua subterránea más afectada se localiza en Tierra del Vino, con un nivel inferior a los 25 metros. Una de las consecuencias más graves del descenso de acuíferos como el de Los Arenales, según la ONG, es la contaminación y la amenaza para la salud que conlleva la concentración de nitratos y arsénico que, en municipios como Toro, han obligado a declarar el agua de la red municipal de abastecimiento no apta para el consumo humano. Ante su situación actual, para WWF, el acuífero precisa “transfusiones de agua de emergencia” porque, como advierte, de no revertir la situación actual podría seguir “el peligroso camino de las Tablas de Daimiel”.

El problema de la sobreexplotación o de la contaminación traspasa el ámbito medioambiental, ya que en la cuenca del Duero, el 67% de los núcleos de población se abastece exclusivamente de agua subterránea. Por esta razón, WWF reclama la adopción de medidas urgentes para evitar que el acuífero se agote por la “inacción” de las administraciones. Y es que los problemas que presenta no solo amenazan su conservación, ya que también ponen en riesgo el abastecimiento de poblaciones como Toro.

Primeros indicios de contaminación

El primer indicio de un posible problema de contaminación por arsénico en la masa de agua de la que se nutre Toro fue advertido por la Inspección de Sanidad de la Junta en junio de 2022. Aunque la normativa vigente exige una medición anual del parámetro de arsénico, ante la advertencia de Sanidad, la empresa concesionaria del servicio municipal de agua intensificó los controles de calidad y el Ayuntamiento encargó un estudio hidrogeológico para buscar un tercer punto desde el que poder extraer el agua, análisis que ha revelado que el único lugar en el que se podría captar agua no contaminada se localiza a unos ocho kilómetros del casco urbano.

El pasado 7 de diciembre, el Ayuntamiento dictó un primer bando para prohibir el consumo, al que siguieron otros dos y, desde hace siete semanas, los toresanos tienen que convivir con un problema que condiciona su trabajo o su rutina diaria, ya que el agua del grifo no se puede consumir ni utilizar para cocinar, aunque sí es apta para la higiene personal.

La contaminación del agua ha obligado a adoptar medidas para garantizar el abastecimiento como la instalación de plantas portátiles o el reparto de agua a colectivos vulnerables, al margen de iniciar la urgente redacción del proyecto para construir una estación potabilizadora en superficie junto a los dos sondeos que existen en las eras de Santa Catalina.

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