La Opinión de Zamora

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Por amor al arte de Toro

La Escuela de Restauración de Madrid ha desarrollado 29 campañas de verano en Toro, promovidas por la Fundación González Allende

José Navarro Talegón y Pilar Sendra comparten impresiones sobre la campaña en Tagarabuena. | M. J. C.

Rehabilitar el patrimonio de Toro y contribuir a la formación de los alumnos de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid.

Estos son los dos objetivos que, desde 1984, persigue la Fundación González Allende de Toro con las campañas de verano en las que han participado profesores y estudiantes del centro madrileño, y que han servido para garantizar la conservación de una extensa relación de obras de arte y dignificar su patrimonio.

La última campaña acaba de finalizar y doce alumnos, dirigidos por Pilar Sendra, han recuperado durante el mes de julio parte de dos retablos laterales de la iglesia de San Juan Bautista Tagarabuena, dedicados al Cristo de la Vera Cruz y a la Virgen del Rosario.

Una estudiante recupera el policromado dorado de uno de los retablos de Tagarabuena M. J. C.

El historiador y presidente de la Fundación González Allende, José Navarro Talegón, ha realizado un balance positivo de la campaña, porque “los objetivos se han cumplido con creces”, a pesar de no haber completado los trabajos previstos inicialmente por la inexperiencia de los alumnos, cuya formación práctica se ha reducido en los últimos dos años por la pandemia.

Restauradores profesionales contratados por la Fundación concluirán la campaña en la que los alumnos han tenido que adaptarse a largas jornadas de trabajo de nueve horas para recuperar los dos retablos en los que han resuelto problemas estructurales, aunque también han llevado a cabo un minucioso trabajo para fijar la policromía original y, de forma especial, recuperar los dorados que recubren ambas obras.

Los alumnos califican la experiencia de “necesaria” para completar su formación, porque participar en una campaña de verano en Toro les aporta un “aprendizaje básico” para, cuando finalicen sus estudios, dedicarse profesionalmente a la restauración de obras de arte.

Por primera vez, Elena Marina Fernández, ha participado en una campaña de verano, experiencia que calificó de “muy positiva”, porque le ha permitido aprender a utilizar productos y técnicas que “no habíamos estudiado en clase”, a la vez que resaltó que el método de trabajo es distinto al aplicado en el taller de la Escuela, sobre todo porque requiere una mayor rapidez y una coordinación grupal.

En la misma línea, la estudiante Catalina Cristina Titindey, subrayó que campañas de verano como la desarrollada durante el mes de julio en Toro permiten a los participantes “ganar rapidez y experiencia” a la hora de enfrentarse a la restauración de una obra.

Un participante en la campaña trabaja desde el andamio colocado en un retablo M. J. C

Einar Manterola también ha comprobado por primera vez la exigencia de un trabajo de restauración como el desarrollado en la iglesia de Tagarabuena, muy alejado de las primeras prácticas con piezas de reducidas dimensiones que, durante el último curso, ha realizado en el taller del centro madrileño.

Por este motivo, participar en una campaña de verano como la celebrada en Toro supone una “gran oportunidad”, que le ha servido para aprender “cómo funciona la logística o en qué orden se aplican los procesos” que precisa la rehabilitación de obras de gran entidad, como en este caso los dos retablos de la iglesia de San Juan Bautista Tagarabuena.

La contrastada experiencia de una profesional como Pilar Sendra ha sido clave en el desarrollo de la campaña porque, como subrayó Navarro Talegón, “sabe conciliar el humanismo con la exigencia”, al margen de su “enorme capacidad de organización”.

Por estos motivos, la Fundación pidió a Sendra que dirigiera a los estudiantes en la tarea encomendada, propuesta que fue aceptada por la profesional, que mantiene una relación muy especial con Toro porque, en 1997, participó como alumna en una campaña de verano en la que fueron restaurados el retablo mayor y la tribuna de madera o zaquizamí de la iglesia de Santa María de Arbas que “es muy antiguo e interesante”, apuntó Navarro Talegón.

Desde el año 2000, Sendra ha codirigido otras campañas de verano en Toro y una de las más importantes, como recordó el presidente de la Fundación, permitió recuperar las pinturas murales de la iglesia del Santo Sepulcro creadas por Domingo Pérez, el mismo artista que policromó el Pórtico de la Majestad de la Colegiata o las que pertenecieron al monasterio de Santa Clara que, en la actualidad, se exhiben en la iglesia-museo de San Sebastián de los Caballeros.

Dos alumnas recuperan el color dorado que recubre uno de los retablos M. J. C.

En la citada campaña también comenzó la restauración de un retablo de Juan Falcote que presentaba numerosas deficiencias y que era el más importante de la iglesia de Fuentesecas, del que se hizo cargo la Fundación tras la firma de un concierto de colaboración.

En total, como apuntó Navarro Talegón, la Fundación ha promovido y sufragado en Toro un total de 31 campañas de verano, de las que 29 han sido ejecutadas por la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid y otras dos fueron desarrolladas por alumnos de la Escuela de Valladolid.

Las campañas de verano, además de ayudar a los alumnos a ampliar su formación, también han servido para demostrar que con limitados fondos económicos, en comparación con los invertidos por otras instituciones en proyectos similares, es posible ejecutar intervenciones que contribuyen a conservar, proteger y dignificar un valioso patrimonio como el que custodia Toro.

Intervenciones para proteger el patrimonio

A lo largo de 29 campañas de verano desarrolladas en Toro, la Escuela de Madrid ha intervenido en edificios civiles, iglesias y monasterios.

De la extensa relación de actuaciones, Navarro Talegón destacó que la Escuela ha recuperado todas las pinturas murales que se conservaban en Toro, tales como las que se pueden admirar en el Sancti Spíritus o en la sacristía del convento de los Padres Mercedarios, así como en las iglesias del Santo Sepulcro, San Salvador, San Pedro del Olmo, la Concepción o en la ermita del Cristo de las Batallas.

En Tagarabuena, los alumnos del centro han recuperado cinco retablos, aunque también rehabilitaron el de la iglesia de la Santísima Trinidad.

En pasadas campañas de verano desarrolladas en el Sancti Spíritus también fueron restauradas una colección de azulejos, el sepulcro de Teresa Gil o diversas piezas que se exhiben en su Museo.

En la iglesia de San Lorenzo, fue rehabilitado el sepulcro de Juan Fernández, mientras que en la Colegiata se rehabilitaron dos pinturas dedicadas a la Inmaculada y San Jerónimo o un retablo procedente de la iglesia de Fuentesecas, que se exhibe en la capilla de La Majestad.

Otras campañas se han centrado en la recuperación del alfarje de la Casa de Cultura o de numerosas esculturas, como la colección de obras de papelón que atesora Toro.

El párroco Jesús Campos, clave para retomar la colaboración

La ruptura de la “relación” con la Iglesia propició que durante varios años la Fundación González Allende de Toro no promoviera campañas de verano.

En la decisión de recuperar las intervenciones en el patrimonio eclesiástico ha jugado un papel clave el párroco de Toro, Jesús Campos.

Del sacerdote, Navarro Talegón resaltó, por encima de otros muchos valores, “su grandeza humana, su generosidad o su naturalidad”, y que es una persona que “siempre está dispuesta a ayudar y a colaborar”.

Para el historiador ha sido “reconfortante” cruzarse en el camino de la vida con Campos porque, además, “facilita el trabajo”, como así lo ha demostrado en “colaboraciones” con la Fundación que han permitido restaurar bienes de Toro y de templos del alfoz.

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