La Opinión de Zamora

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Azucena Carbajosa Rodríguez Artista de raíces toresanas que expone en "La Iberoamericana"

“Cuando la gente se va de los pueblos lo primero que se pierde es la cultura”

“Con la obra de alfarería que he creado para la exposición he pretendido reflejar la fragilidad de los oficios tradicionales que están en declive”

Azucena Carbajosa, posa en la iglesia de La Concepción con la obra creada para la muestra M. J. C.

Aunque la esencia de Delhy Tejero está muy presente en “La Iberoamericana”, Azucena Carbajosa Rodríguez es la única artista de raíces toresanas en activo que participa en la exposición. Carbajosa es licenciada en Bellas Artes y se ha especializado en arte audiovisual. Para la exposición ha utilizado por primera vez el torno, en el que ha creado unas piezas con las que ha querido rendir un homenaje a los últimos alfareros de Toro, su abuelo y su tío, y defender un oficio tradicional en el que se agota el relevo generacional. A sus 32 años, Carbajosa defiende el mundo rural y ha fijado su residencia en un pueblo cercano a Toro, en el que ha comprobado los efectos de la despoblación, un problema que se ha convertido en la columna vertebral de muchas de sus obras.

–¿Qué supone para usted participar en “La Iberoamericana” de Toro?

–A nivel personal es muy importante porque “La Iberoamericana” de Toro es la exposición más relevante en la que he podido exhibir mis obras. He decidido quedarme en el territorio, en el medio rural, y tener la oportunidad, sin moverme de mi pueblo, de participar en una exposición internacional de este calibre y tan bien montada es un sueño. Algunas de las mujeres que exhiben sus obras en “La Iberoamericana” son artistas que he estudiado y la verdad es que nunca pensé que podría participar en una exposición tan importante sin tener que irme de mi pueblo. A veces pienso que si me hubiera ido a Madrid como tantos y tantos artistas quizá no hubiera tenido la oportunidad de exhibir mis obras en una exposición tan relevante.

–¿Cuál es su aportación artística a la exposición ?

–He creado una obra específica para la exposición que se exhibe en la iglesia de La Concepción, con la que también he querido rendir un homenaje a mi familia “Cacharrera”, apodo con el que nos conocen en Toro. También he pretendido reflejar la fragilidad de los oficios tradicionales porque, desgraciadamente, muchos han entrado en un declive importante y hay que defenderlos.

"He creado una obra específica para la exposición con la que he querido rendir un homenaje a mi familia "Cacharrera"

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–¿Qué ha pretendido transmitir con la obra de alfarería creada para la muestra?

–La obra refleja el proceso que he realizado para crearla porque, por primera vez, me he puesto delante de un torno para hacer las piezas, hasta llegar a la “jarra del truco” que hacían mi tío y mi abuelo. Una ceramista, Marta Almudí, ha sido mi maestra en el torno y en la obra he intentado reflejar la transmisión de mis familiares, porque ellos pusieron la alfarería en movimiento y también agradezco a Cearcal (Centro de Artesanía de Castilla y León) que me cediera el espacio. La obra refleja el proceso que he seguido, desde la búsqueda de las personas que me podían ayudar a poner en marcha ese relevo generacional, hasta el momento de estar delante del torno y crear las piezas.

–A partir de este primer contacto con la alfarería, ¿tiene previsto continuar la estela de su tío Félix y de su abuelo, dos alfareros muy conocidos en Toro?

–Por el taller de mi tío Félix Rodríguez Vega, el último alfarero de Toro, pasó mucha gente aunque era un espacio muy humilde. Mi tío era un gran artista. En la familia conservamos, además de los “cacharros” cotidianos, otras obras más artísticas y decorativas, porque vivió el inicio del declive de su oficio y tuvo que enfocar su trabajo hacia creaciones más decorativas y no tan cotidianas. Mi tío Félix creó piezas únicas. Por ejemplo, pintaba platos al óleo, una técnica que me parece muy complicada y, sin duda, era mucho más que un alfarero. Mi abuelo, Félix Rodríguez Calvo, vivió otra época y su trabajo era más puro, más típico de un alfarero tradicional. Quiero seguir trabajando y aprender, porque creo que todavía hay mucha chicha que cortar en el mundo de la alfarería.

"Mi tío, Félix Rodríguez Vega, el último alfarero de Toro, creó piezas únicas

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–¿La alfarería es un oficio que ha entrado en un declive sin retorno o puede recuperar parte del espacio perdido en el mundo del arte?

–La verdad es que soy un poco pesimista. Creo que oficios como la alfarería se han mantenido durante siglos por un modo de vida que cambió hace décadas. La producción en masa o la cuestión económica han transformado el sector porque, en definitiva, la alfarería es un trabajo manual que hay que pagar. En Cearcal me han comentado que, en Castilla y León solo se conservan 36 o 37 alfarerías tradicionales, aunque existen otros talleres de cerámica. Lo importante es el relevo generacional y, en el caso de la alfarería, está muy limitado. Estos datos son demoledores y, a partir de aquí nos queda la documentación. No obstante, es verdad que la cerámica más contemporánea y ese trabajo de torno sí se sigue haciendo, pero en el caso de la alfarería tradicional hay piezas que se van a perder.

–Uno de los objetivos de “La Iberoamericana” es descentralizar la cultura de las grandes capitales, ¿comparte esta filosofía?

–La descentralización del arte es algo muy importante y por la que ha apostado firmemente el comisario de la exposición, Víctor del Campo. No todo el arte se tiene que exhibir en las grandes urbes. Hay un derecho constitucional que es el derecho a la cultura y en cualquier territorio tenemos que poder disfrutar de ese derecho. “La Iberoamericana” facilita el camino para alcanzar ese objetivo.

"Como en otros sectores, en el mundo del arte sigue existiendo desigualdad entre hombres y mujeres"

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–“La Iberoamericana” también reivindica la igualdad de mujeres y hombres en el arte, ¿queda mucho camino por recorrer para lograr este objetivo?

–Para alcanzar ese objetivo son necesarias exposiciones como “La Iberoamericana” porque, como en otros sectores, en el arte sigue existiendo esa desigualdad entre mujeres y hombres. De hecho, en las facultades de Bellas Artes o en las Escuelas de Artes y Oficios el porcentaje de alumnos que son hombres o mujeres es muy similar, pero al final, en las exposiciones, se exhiben más obras realizadas por varones. Lo mismo sucede en centros culturales o en museos en los que los puestos de mayor responsabilidad son ocupados por hombres. La desigualdad sigue existiendo en el arte, en el cine y, en general, en todos los ámbitos culturales.

–En los últimos años Toro ha apostado por la cultura como motor de desarrollo, ¿considera que la cultura puede reactivar el mundo rural?

–La cultura es muy importante. He vivido y vivo un proceso de despoblación de un pueblecito y está claro que cuando la gente se va de los pueblos lo primero que se pierde es la cultura porque depende de nosotros. En el caso de Toro, además de la cultura, hay que valorar el patrimonio que conserva. En mi caso, si no se hubiera organizado “La Iberoamericana”, en algunos espacios en los que se exhiben obras nunca habría entrado. La exposición ha logrado poner en valor el patrimonio monumental de Toro que es muy importante.

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