Seis meses es el plazo fijado para ejecutar las obras de restauración del antiguo torreón y del patio de la Cisterna del monasterio de Santa Sofía, intervención que ha arrancado recientemente y que servirá para poner en valor y preservar uno de los edificios históricos más notables del patrimonio de Toro.

La Junta aprobó el pasado mes de junio una inversión de 300.000 euros para acometer unas obras que desde hace años demandaba la comunidad religiosa y que se enmarcan en el programa de colaboración “Uno por uno” de la consejería de Cultura y Turismo.

Las obras que se ejecutarán en el patio de la Cisterna pretenden subsanar las deficiencias detectadas y que suponen un serio riesgo para conservar una de las estancias más valiosas del convento desde el punto de vista histórico.

En concreto, en el patio de la Cisterna se ha detectado una inestabilidad generalizada de sus elementos estructurales y el riesgo de desplome de las estructuras verticales hacia el noroeste, así como la micro descomposición de los muros fundacionales o la falta de cohesión superficial de suelos y paramentos.

Otros problemas que presenta el patio interior son el deterioro de los acabados y de la cubierta, el mal estado de las carpinterías exteriores, grietas y fisuras en los muros o elementos de madera afectados por el ataque de xilófagos.

Con la intervención prevista se pretende recuperar la estabilidad y la estanqueidad del patio de la Cisterna y las obras se centrarán en el desmontaje y reposición de las cubiertas y la renovación del pavimento.

El patio de la Cisterna es una de las estancias más valiosas del convento, ya que su posición marginal en relación al conjunto permitió que fuera excluida de las diferentes intervenciones ejecutadas en el inmueble durante el siglo XX.

El patio está circundado por galerías conformadas por catorce esbeltas columnas góticas, cuyas basas se apoyan en pretiles y conservan la decoración de los capiteles.

Patio de la Cisterna del convento de Santa Sofía de Toro M. J. C.

Las obras que ya se han iniciado también se extienden al torreón del monasterio, intervención que contribuirá a poner en valor un valioso elemento arquitectónico e incorporarlo al espacio público de Toro.

Las obras de rehabilitación que se han iniciado en el torreón se basan en la restauración de paramentos interiores y exteriores, así como de la carpintería, aunque también se llevará a cabo la modificación de las escaleras existentes del interior y la renovación de la instalación eléctrica.

La intervención permitirá subsanar las deficiencias detectadas en el antiguo torreón, tales como la micro descomposición de muros fundacionales que también presentan grietas y fisuras, la falta de cohesión superficial de suelos y paramentos o constantes desprendimientos hacia la vía pública que, en ocasiones, han obligado a vallar la zona para evitar incidentes.

En 2017 la Junta aprobó declarar Bien de Interés Cultural (BIC) el convento de Santa Sofía de Toro y, ya entonces, resaltó la importancia de las dos estancias que serán restauradas.

En concreto, del conjunto conventual, destacó el valor del patio de la Cisterna, que perteneció a la antigua vivienda palaciega que la reina María de Molina cedió en 1316 a la comunidad de religiosa de la orden premostratense y que fue adaptado a la vida monacal.

Al igual que el citado patio, el torreón del monasterio, que lindaba con el primer recinto amurallado de la ciudad de Toro, ha permanecido prácticamente inalterado hasta la actualidad y constituye un singular ejemplo de arquitectura civil.

Las obras que serán ejecutadas en el torreón y el patio de la Cisterna complementarán otras actuaciones realizadas en los últimos meses y que han contribuido a garantizar la conservación del monasterio.

En este sentido, hay que recordar la renovación integral de la calle Las Monjas, que requirió una inversión de 130.000 euros, y que ha servido para eliminar el problema de filtraciones y de humedad que afectaba a los muros perimetrales del convento.

Otra de las actuaciones ejecutadas en el monasterio permitió proteger la portada de la iglesia sobre la que se adecuó un tejadillo para evitar su deterioro por el efecto del agua de lluvia, aunque también se recuperó la policromía original de la puerta del templo.