El grupo de música Siloé, formado por el vocalista y compositor Fito Robles y el “dj” y productor XAVSS (Xavi Road) presenta hoy en Toro los temas de su último disco “Metrópolis”.

–¿Qué esperan del público toresano en el concierto que ofrecen hoy en el municipio?

–Estamos sorprendidos porque nos han dicho que se han vendido casi todas las entradas e iban a dar más invitaciones, lo cual es increíble porque estamos en un momento en el que no sabes lo que esperar. A lo mejor un día se venden todas las entradas y al día siguiente solo la mitad, nos pasa a todos. Yo soy de Tordesillas, que es un pueblo vecino, y estamos muy sorprendidos con toda la cultura que hay en Toro. Tienen siete festivales con diferentes estilos de música y es increíble. Ya le gustaría a Valladolid y a muchas ciudades grandes de España tener la programación que tiene Toro. Hay amor y ganas por hacer cosas y eso es muy importante.

–¿Cómo está influyendo la situación de pandemia en el panorama musical?, ¿se puede hablar de cierta recuperación?

–Sí, yo creo que ya estamos en la recta final. La gente está más animada, los aforos son más grandes y ya se están haciendo cosas de pie. No está ocurriendo nada malo y se está viendo la cultura es segura. Los promotores y los fans están haciendo un esfuerzo grande por crear este nuevo modelo de hacer los conciertos. Si comparamos la situación con la de hace un año ha habido una evidente progresión, gracias a la vacunación y la colaboración de todo el mundo. Es nuevo para todos, pero no para la humanidad. Ya pasó con la gripe española a principios de siglo y nos sigue acompañando, aunque sea en un plano más secundario. Esto va a ser lo mismo, tenemos que aprender a vivir con ello porque de peores hemos salido. Ya se ve la luz al final del túnel.

–¿Cuáles han sido los momentos más difíciles durante los meses de mayor sequía musical?

–Nosotros siempre tiramos para adelante, no miramos para atrás. Hemos vivido momentos difíciles y duros, pero al ser solo dos personas en el escenario, más una tercera que es nuestro representante, que además es el ingeniero de sonido de la banda, somos un poco la “banda Ikea”, lo hacemos todo nosotros, montamos y desmontamos en un coche, vamos los tres. Tenemos un estudio de grabación en Madrid donde hacemos los discos y no tenemos local ensayo, sino que ensayamos allí. Tenemos una estructura sólida, pero muy simplificada. Eso nos ha permitido tener una ventaja comparativa y poder salir a la carretera sin unos costes muy altos y poder tocar en condiciones inferiores a las que estamos acostumbrados. En Madrid hemos tenido de público a 600 o 700 personas y de repente los aforos se han reducido a cien personas. Es un cambio económico brutal y hemos podido aguantar gracias a que el año pasado hemos hecho unos 20 conciertos, que no está mal para como estaba la situación. De enero a julio no se hizo nada. La pandemia nos pillo justo presentando nuestro nuevo álbum y lo que hicimos en lugar de quedarnos en casa fue reeditarlo con un “crowfounding” en el que nos ayudaron nuestros fans. Recaudamos 6.000 euros que nos permitieron seguir adelante y reeditamos el álbum con importantes colaboraciones de artistas súper potentes que ni nos habíamos imaginado colaborar con ellos.

–Actuar en el medio rural, con un elevado porcentaje de población mayor, ¿puede resultar un hándicap añadido?

–Para nosotros tocar en sitios pequeños ha formado parte de nuestro ADN desde el inicio. Somos de Castilla y León y empezamos tocando en Valladolid y en pueblos, por lo que es algo normal para nosotros, no es mejor ni peor. Es un escenario en el que no queremos dejar de tocar. Fito, el vocalista, representa esa parte más folk, más indie, más acústica y más castellana y yo represento más la parte de la electrónica. Esa parte folk no la podemos perder.

–¿Esa combinación de estilos es la que os permite llegar a público de todas las edades?

–Es curioso porque nunca no lo hemos planteado así. A nosotros nos sale hacer un determinado tipo de música y, de repente, en nuestros conciertos te puedes encontrar a chicos de 20 años y, por otro, gente más mayor con sus hijos.

–¿Qué os diferencia de otras bandas del panorama musical actual?

–Nos diferencia que tenemos un sonido líquido, no hacemos siempre lo mismo, sino que evolucionamos con lo que pasa alrededor. Si suenan más los ritmos latinos, podemos absorberlos en una pequeña parte para introducirlos en nuestra música, pero siempre intentando mantener una esencia melódica y vocal que nos caracteriza. Hoy en día Internet ha permitido que todo el mundo pueda hacer música, pero al final todo el mundo tiene los mismos sonidos, los mismos programas, las mismas canciones y los mismos acordes. Está llegando un momento en el que todo suena igual y se va a volver a la raíz para buscar algo que diferencie. Nosotros hemos mezclado una mandolina con una guitarra acústica o un banjo con una batería de house. Hacer algo diferente es lo que nos mueve y nos motiva para seguir adelante.