El mayor patrimonio que tiene la ciudad de Toro es su gente. Y eso es mucho decir para un lugar con tan extensa historia a sus espaldas. Y es que, es de justicia recordar que cada mes de agosto son los propios habitantes del municipio quienes se convierten en absolutos protagonistas de las fiestas. Pequeños, jóvenes y no tan jóvenes se reúnen en torno a las decenas de peñas con las que cuenta la localidad para poner el modo celebración en piloto automático durante diez días. Sin ellos, nada de lo que acontece año tras año durante San Agustín tendría sentido.

Un joven observa desde arriba una plaza abarrotada. | L. O. Z.

Este año no habrá quedada de peñas en la Plaza Mayor ni colocación de banderas en la balconada del Ayuntamiento. Tampoco habrá por toda la ciudad ese arcoíris de las camisetas ni por las noches se reunirán esos miembros en torno a las charangas. Pero, a buen recaudo, las fuerzas de este 2021 y también las de 2020 estarán guardadas para la próxima vez que se puedan celebrar estas fiestas de San Agustín, que todo el mundo espera para el venidero 2022. El espíritu, lejos de desaparecer, se ha visto reforzado y el próximo agosto aguarda como el momento propicio para disfrutar por todo lo alto.

Los jóvenes se divierten durante los festejos. | L. O. Z.

Será en ese momento cuando esos miles de personas salgan de nuevo a las calles para comenzar las fiestas con la mojada y la guerra del vino. Cuando familias enteras disfruten de los espectáculos incluidos en el extenso programa de actividades que siempre brinda el Ayuntamiento de Toro. Y cuando los grupos de amigos puedan seguir la fiesta hasta las tantas después de los conciertos, las verbenas o las discomóviles. La nostalgia seguirá presente este año, aunque el programa elaborado por los responsables municipales ayudará a paliar de algún modo la ausencia de algunas de las citas que jamás faltan en un cartel de San Agustín que se precie.

Lamentablemente, la ciudad de Toro sufre por segundo año consecutivo la ausencia de las fiestas de San Agustín, pero sus peñistas aguardan la oportunidad para volver a disfrutar de la celebración como se merece. Al fin y al cabo, sin peñas, no existirían las fiestas tal y como se han conocido toda la vida.

La tradición aguanta con fortaleza a la espera del final de la pandemia, con la certeza de que nuevos jóvenes se irán incorporando para seguir la tradición y de que los que ya saben lo que es vivir una buena fiesta toresana en condiciones no perderán la oportunidad de repetir mientras puedan.