El Real Convento de Santa Clara reabrió ayer sus puertas para acoger la tradicional fiesta del Santo Ecce Homo, a la que asistieron hermanos de la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla y toresanos dispuestos a renovar la especial devoción que profesan a la imagen que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un emblema de la Semana Santa de Toro.

Por la limitación de aforo impuesta por la pandemia del COVID, a la iglesia del convento tan solo pudieron acceder 45 personas que ocuparon los lugares marcados en cada banco del templo y que, con atención y profunda emoción, siguieron la tradicional fiesta.

La venerada imagen volvió a exhibirse en el altar mayor de la iglesia y el párroco, Jesús Campos, fue el encargado de oficiar la eucaristía con la que se cerró la tradicional novena en honor del Santo Ecce Homo, que la cofradía ha celebrado desde el pasado 6 de marzo.

Abades de la cofradía de Jesús Nazareno junto a la imagen del Santo Ecce Homo M. J. C.

Aunque en 2019 las cuatro clarisas que habitaban el convento fueron trasladadas a la capital, la especial vinculación que las religiosas mantenían con la cofradía ha permitido que la fiesta siga celebrándose en el monasterio.

El Santo Ecce Homo despierta una especial devoción en Toro porque es la única imagen de la antigua procesión de Jesús Nazareno que se salvó del incendio que, el 13 de abril de 1957, calcinó la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina y redujo a cenizas las valiosas tallas que custodiaba en su interior, porque no había sido trasladada al templo desde el convento de Santa Clara para procesionar por las calles de la ciudad.