El COVID ha obligado a reprimir los abrazos o los besos, muestras de cariño y amor que, el día de San Valentín, adquieren un especial significado y que en Toro se vive de una forma especial, porque en su Colegiata de Santa María la Mayor se conserva la reliquia del cráneo del patrón de los enamorados. Este año, la pandemia ha impedido a los toresanos mostrar con un beso su veneración a la reliquia, tradición que ha tenido que adaptarse a las actuales circunstancias sanitarias. Por este motivo, los párrocos de Toro decidieron exponer la reliquia en un lugar destacado del altar mayor de la Colegiata y, tras las misas dominicales oficiadas ayer, los fieles devotos pudieron admirarla de cerca y venerarla.

El sacerdote, Juan José Carbajo, explicó que, como otros tantos actos, el COVID ha obligado este año a modificar la forma en la que los toresanos veneraban la reliquia, de tal forma que los besos fueron sustituidos ayer por una leve inclinación con la cabeza ante el relicario que fue colocado en el altar mayor y que contiene la caja ovalada de plata con cerco de puntas de sierra, en cuyo interior se conserva el cráneo del santo.

Cada 14 de febrero, los toresanos tienen la oportunidad de venerar la reliquia de San Valentín que, como destacó Carbajo, está plenamente integrada en las tradiciones de Toro desde el siglo XVI, pero la historia sobre cómo su cráneo reposa en la Colegiata despierta mucho interés entre los turistas. Además, recordó que San Valentín es el patrón de los enamorados, pero también el de los dolores de cabeza, porque al haber sido decapitado era invocado por los cristianos como la figura para paliar dolencias como jaquecas o migrañas. En este sentido, el párroco subrayó, con cierta ironía, que en algunas ocasiones, el amor y los dolores de cabeza son sensaciones que podrían relacionarse. El cráneo del santo romano es una de las reliquias que atesoran las iglesias de Toro y que recaló en la Colegiata gracias a Diego Enríquez, capellán de Carlos I, tras la muerte del emperador.

Al parecer, la cabeza de san Valentín fue regalada por el papa Pablo III a Carlos I porque sufría migrañas, pero tras su muerte su capellán lo depósito en Toro tras obtener, el 26 de abril de 1545, el preceptivo permiso del sumo pontífice, quien también autorizó diversas indulgencias para los fieles que visitaran los restos. En 1682, el canónigo de la Colegiata de Toro, Valentín Tejederas, consiguió dos documentos fechados en Roma el 24 de abril de 1682, por los que el Papa Inocencio XI concedía indulgencia plenaria cada siete años a todos los fieles que visitaran la capilla del santo y veneraran sus restos, aunque también otorgaba el jubileo a los miembros de la cofradía de San Valentín y la Piedad, que llegó a convertirse en una de las más importantes de la ciudad.

Una vecina venera el cráneo de San Valentín con una inclinación. | M. J. C.

De hecho, los hermanos disfrutaban de diversos privilegios, tales como que los caballeros que pertenecían a la cofradía toresana podían permanecer cubiertos ante la presencia del rey. La fundación de la hermandad, según documentos custodiados en el Archivo Histórico Diocesano de Zamora, fue promovida en el año 1621 por Isabel de Ulloa para el socorro de pobres nobles en la ciudad de Toro. Los legajos detallan además los acuerdos, cuentas e inventarios de la cofradía de San Valentín que también promovió un retablo, en la actualidad desaparecido, que fue diseñado, ensamblado y entallado por el escultor Juan Calleja en 1616. Al citado retablo pertenece una tabla atribuida a Baltasar de Coca y que recrea el momento en el que un joven soldado se dispone a decapitar con su espada a san Valentín. La tabla que representa el martirio fue encajada posteriormente en otro retablo ubicado en la sacristía de la Colegiata.

En el templo más importante de la ciudad se conserva también una escultura neoclásica sobre relicario dedicada a San Valentín y situada a la izquierda del altar mayor. La talla, realizada en madera marmolizada, fue realizada por el escultor Pedro León de Sedano en torno al año 1788. Al margen de las citadas representaciones artísticas sobre san Valentín que se conservan en la Colegiata de Toro, sin duda, la que despierta mayor interés es la reliquia de su cráneo, venerada cada 14 de febrero. El aforo del templo, limitado a 25 personas, restó ayer afluencia a la tradición de venerar la reliquia, acto que los toresanos esperan revivir el próximo año y, si las circunstancias sanitarias lo permiten, devolverán a San Valentín los besos robados por la pandemia.