El desplome de una bóveda en la crujía este del Alcázar ha activado las alarmas sobre el estado de conservación de uno de los monumentos más importantes del patrimonio de Toro y ha permitido detectar graves problemas de humedad. Para subsanar las deficiencias que presenta el edificio, el Ayuntamiento instará a la Junta a que promueva una “intervención urgente”, con el fin de garantizar la conservación de un monumento catalogado Bien de Interés Cultural (BIC). El alcalde, Tomás del Bien, aseguró que, tras el reciente hundimiento de la bóveda de ladrillo, que ocasionó daños materiales en el local de ensayo de la Banda de Cornetas y Tambores “Bendito Cristo de las Tres Caídas”, el Ayuntamiento ha podido constatar los serios problemas de humedad que afectan al Alcázar y que achaca a los “continuos chaperones” que, durante décadas, se han ejecutado en el monumento.

Ante esta situación y la necesidad de intervenir con urgencia en el Alcázar, el Ayuntamiento ya ha solicitado una reunión con el Director General de Patrimonio de la Junta, a quien reclamará apoyo para elaborar un diagnóstico completo que arroje más luz sobre “qué le pasa al edificio”, analizar si problemas como el de la humedad proceden de las reformas ejecutadas a lo largo de las últimas décadas y qué actuaciones necesita el monumento para garantizar su conservación. En este punto, Del Bien subrayó que el Ayuntamiento instará a la Junta a que impulse una intervención urgente en el histórico inmueble, porque “nunca se ha llevado a cabo una actuación a lo grande” sino que tan solo “se han ido haciendo apaños”.

Por otra parte, el alcalde reconoció que el Alcázar “es un conjunto húmedo” y, de hecho, la zona conocida como “paseo” y que antiguamente era un foso, “es un relleno con seis o siete metros de arena”. Además, a su juicio, el monumento precisa una importante intervención arqueológica que “está pendiente” de realizar desde hace años y que, en principio, podría arrojar más luz sobre su historia y evolución. “El Alcázar es un tesoro”, puntualizó Del Bien, quien recordó que es el monumento más antiguo de Toro, a partir del cual se desarrolló toda la ciudad, de ahí la importancia de que se ejecute una intervención integral que precisará una elevada inversión económica, para “poner en valor” su importancia y, sobre todo, garantizar su conservación.

Tras el hundimiento de la bóveda en la crujía este y detectar los graves problemas de humedad, el Ayuntamiento de Toro ha decidido, como medida de prevención, posponer diversas actuaciones que tenía previsto llevar a cabo en el interior del inmueble y trasladar de forma provisional la Oficina Municipal de Turismo que, a partir del lunes, atenderá a los visitantes en la Casa Consistorial.

Estancia en la que se ha producido el desplome de una bóveda. | M. J. C.

Precisamente, el Ayuntamiento había iniciado unas obras de reforma de la antigua vivienda situada sobre la Oficina Municipal de Turismo del Alcázar para ampliar el servicio, cuando se produjo el desplome de la bóveda que ha servido para detectar otros problemas del edificio. La intervención que sí ha podido completar el Ayuntamiento ha sido la tala de los árboles que se conservaban en un patio interior del Alcázar cuyas raíces, como subrayó el alcalde, estaban ocasionando diversos problemas.

Los muros del antiguo Alcázar han sido testigos de algunos de los episodios más destacados de la historia de la ciudad. Su construcción fue promovida por Alfonso IV y las obras fueron ejecutadas entre los años 1188 y 1195. Aunque en un principio el edificio fue concebido para que desempeñara la función de fortaleza defensiva por la situación estratégica del lugar en el que se enclava, una atalaya sobre el río Duero, a lo largo de su historia ha tenido diferentes usos y funciones. De hecho, en la época de los Reyes Católicos y tras la Batalla de Toro librada el 1 de marzo 1476 fueron amputadas las almenas y el inmueble quedó prácticamente sin uso hasta que, a principios del siglo XIX, se convirtió en la cárcel del partido judicial de Toro.

En la citada época, dos crujías se utilizaron como matadero, pero posteriormente fueron demolidas para convertir el inmueble en prisión, función que cumplió hasta el año 1935, después de ser reestructurado con el fin de adecuar las celdas y para albergar también las oficinas del Juzgado. Años más tarde, durante la posguerra, el Alcázar de Toro siguió utilizándose como cárcel de presos militares, aunque en sus diferentes celdas también cumplieron condena reos comunes hasta su traslado a otras prisiones como la de Zamora. Al final del citado periodo, el Alcázar se convirtió en un almacén municipal, pero su prolongado desuso propició que se agravara aún más su estado de conservación.

Patio interior del edificio en el que han sido talados los árboles. | M. J. C.

Ante la elección de Toro como sede de la exposición Aqva de Las Edades del Hombre en 2016, el Alcázar fue objeto de una intervención para readaptar sus instalaciones como centro de recepción de visitantes y albergar la Oficina Municipal de Turismo. Ya entonces se detectaron y subsanaron las principales deficiencias que presentaba el edificio, tales como humedades, desprendimientos o goteras después de su utilización como almacén y, de hecho, de su interior se retiraron hasta diez toneladas de chatarra. El Ayuntamiento invirtió entonces cerca de 100.000 euros para acondicionar en sus dependencias un centro de recepción de visitantes, aunque también procedió a reformar una sala doble para albergar exposiciones y habilitó en su interior la nueva Oficina Municipal de Turismo. La intervención también sirvió para recuperar la torre vigía y el adarve desde el que se pueden admirar la fértil vega toresana. Tras las obras de reforma ejecutadas por el Ayuntamiento, el Alcázar fue excluido de la “Lista Roja de Patrimonio” y, en los últimos años se ha convertido en el punto de referencia para los turistas. El futuro del Alcázar depende ahora de una actuación urgente y prioritaria que permita conservar y poner en valor un edificio emblemático del patrimonio de Toro.