La poca afluencia de personas y de vehículos que se observaba ayer en las principales calles de Toro demuestra que la población ha reaccionado con responsabilidad al llamamiento al “autoconfinamiento voluntario” que el alcalde, Tomás del Bien, hacía el viernes mediante un bando municipal en el que alertaba del crecimiento sin precedentes de la incidencia de COVID-19 en el municipio. Si en dicho bando el regidor destacaba que de los 23 contagios por cada 100.000 habitantes que había el 7 de enero se había pasado a los 900, ayer se superó la barrera psicológica de los mil y en la ciudad ya hay 1.090 casos por cada 100.000 habitantes.

La calle Amor de Dios casi vacía. | M. J. C.

Cabe recordar que en la segunda ola de la pandemia el criterio para confinar municipios era contar con una incidencia acumulada en 14 días superior a los 500 casos por cada 100.000 habitantes, una cifra que ya se ha doblado en la ciudad de las leyes. En los últimos siete días se diagnosticaron 63 nuevos contagios de coronavirus en el municipio, el doble que la semana anterior, cuando se habían detectado 32 casos.

En el conjunto de la Zona Básica de Salud de Toro había ayer un total de 143 casos activos de coronavirus. De los 14 municipios que dependen del centro de salud toresano, diez tienen una incidencia acumulada del virus alta o muy alta. Solo Abezames, Fuentesecas, Malva y Pozoantiguo presentan una incidencia baja o nula del virus.

La puerta cerrada del Teatro Latorre. | M. J. C.

La mayoría de los ciudadanos de Toro son conscientes de la gravedad de la situación, como reflejaba ayer el aspecto vacío de las calles más comerciales, que cualquier otro sábado por la mañana experimentarían un notable trasiego de toresanos y vecinos de otros pueblos del alfoz que suelen aprovechar el fin de semana para realizar distintas compras y pasear por el centro de la ciudad. Incluso zonas como la calle Corredera y la Plaza Mayor estaban casi desiertas, una imagen que no se veía desde hacía meses.

Las pocas personas que salían de sus hogares se dirigían, en la mayoría de los casos, a hacer compras imprescindibles de productos básicos como alimentos o medicamentos. El viento y la lluvia también ayudaron a animar a los toresanos a pasar el sábado dentro de sus casas. Solo un 20% de los establecimientos hosteleros se atrevió a montar sus terrazas en un día de tiempo desapacible y muy poco movimiento por las calles.

Aspecto de la plaza Santa Marina en la mañana del sábado. | M. J. Cachazo

Otro hecho que marcó la diferencia con el de un sábado típico en Toro fue la suspensión del mercadillo semanal –que tampoco se celebrará el próximo sábado 30 de enero–, normalmente el mercadillo atrae a compradores de todos los pueblos de la comarca, y ayer el número de visitantes a la ciudad se redujo drásticamente.

Además, la mayoría de espacios públicos de Toro tenían sus puertas cerradas con motivo de la suspensión de todos los actos lúdicos y culturales que dependen del ayuntamiento. El Teatro Latorre es uno de los casos más notables, pero también el del polidepotivo –solo se podía acceder a las pistas de atletismo–, toda las instalaciones de la Casa de la Cultura –en la biblioteca solo funciona el préstamo bajo demanda– y todos los parques infantiles y biosaludables, que siguen precintados.