“Siempre pensé que al funeral de mi padre acudiría mucha gente y es el pesar que me queda”. Con estas palabras, uno de los hijos del ex boxeador, Francisco San José y de Áurea Marbán, preguntó ayer a los trabajadores municipales cuántas personas podrían asistir al sepelio de sus padres, fallecidos el pasado domingo en el incendio que calcinó su vivienda. Las restricciones impuestas por el COVID restaron afluencia a la inhumación, aunque un nutrido grupo de familiares y amigos se personó en el cementerio para dar el último adiós a dos personas muy queridas por su bondad, su simpatía y su carácter afable. Pasaban pocos minutos de las 17.00 horas, cuando dos vehículos fúnebres estacionaron junto al acceso principal del cementerio en el que aguardan la llegada de los féretros los familiares y amigos de la pareja que, desconsolados, lamentaban las trágicas circunstancias en las que Francisco y Áurea perdieron la vida.

Ya en el interior del recinto, los asistentes arroparon a los tres hijos varones del matrimonio, también muy queridos en Toro. En un día gris y lluvioso marcado por su recuerdo, se celebró la despedida de dos personas que dejan un profundo vacío en una ciudad abatida por el dolor y la impotencia por el desenlace del incendio.

Francisco y Áurea también serán recordados hoy por Testigos de Jehová durante una reunión virtual convocada para dar el último adiós a dos “hermanos”. Precisamente el matrimonio mantenía el domingo una videoconferencia con Testigos de Jehová cuando se originó el fuego que truncó sus vidas. Aunque vecinos de la carretera de la Estación y los bomberos de Toro trataron de auxiliar a la pareja, nada pudieron hacer para salvar la vida de Francisco y Áurea, cuyos restos ya reposan en el cementerio.