La recomendación del Gobierno de no celebrar este año Cabalgatas de Reyes ha supuesto un duro golpe para un sector, el de las empresas de construcción de carrozas, que desde las fiestas de carnaval del pasado mes de febrero, está prácticamente paralizado por el COVID y que esperaba con ilusión poder mostrar sus creaciones en los mágicos desfiles con los que cada Navidad reparte ilusión entre niños y adultos. Carrocistas profesionales que desarrollan su actividad en Toro, Morales de Toro o en la cercana localidad de San Román de Hornija afrontan el futuro con incertidumbre, porque la cancelación de contratos para participar en Cabalgatas de diversos puntos de España pone en serio riesgo una campaña en la que habían depositado muchas esperanzas para recuperarse de una crisis sin precedentes en su sector.

Juan Pedro Álvarez posa con una de sus creaciones. | Cedida

Rufino González “Rurro” es uno de los maestros carrocistas de la zona y, con resignación, asume que a estas alturas del año “no haya pedidos” para las Cabalgatas de ciudades como Palencia, Valladolid, León, Salamanca o Madrid, en las que otros años ha participado con notable éxito. Cuando quedan pocas semanas para la mágica noche de Reyes, “Rurro” se agarra a un último halo de esperanza y espera cerrar finalmente un par de contratos que siguen en el aire y pendientes de la evolución de la pandemia y de si es posible organizar Cabalgatas, aunque sean estáticas. No obstante, la más que probable cancelación de la inmensa mayoría de desfiles reales, como reconoció el carrocista, supone la puntilla, porque la Navidad “es la época más fuerte y la que nos salva todo el año”, campaña que “Rurro” da prácticamente por perdida, lo que agravará aún más la complicada situación que atraviesa un sector que tampoco ha podido trabajar en las fiestas de verano.

Los hermanos Costillas trabajan en la estructura de una carroza. | Cedida

“Rurro” es consciente de que el sector atraviesa la peor crisis de su historia y aunque cada día acude a su taller de Morales de Toro, por la falta de pedidos ha tenido que despedir a varios trabajadores con los que había formado un equipo y que considera parte de su familia. Tener que prescindir de sus empleados es la parte más dolorosa de una situación que “Rurro” no termina de creerse y que ha podido “aguantar” a nivel económico gracias a los ahorros que guardaba después de casi cuatro décadas de oficio y a una pequeña ayuda que percibe, aunque mira con recelo al nuevo año porque es consciente de que el retorno a la normalidad podría retrasarse todavía varios meses.

En este punto, destacó que el proceso de creación de una carroza supone una importante inversión que puede rondar entre 40.000 y 50.000 euros, desembolso que incluye materiales, horas de trabajo, mano de obra, vehículos o impuestos, creaciones en las que “Rurro” aplica la técnica que aprendió con maestros valencianos y que supuso una auténtica revolución en la tradición carrocista de Toro. Con sus obras, “Rurro” ha conseguido sorprender y convencer, a su “principal cliente”, la comunidad de Castilla y León, aunque también recibe pedidos de otras regiones españolas porque, a base de trabajo y esfuerzo, ha logrado convertirse en un referente.

Otra de las empresas del sector que desarrolla su actividad en Toro es “Carrozas Tauro”, fundada hace 11 años por los hermanos Roberto y Francisco Costillas, que con el paso del tiempo han depurado y perfeccionado su técnica y se han convertido en reconocidos carrocistas. El COVID ha trastocado todas sus previsiones para la Navidad, ya que los hermanos Costillas tenían varios desfiles reales “apalabrados” que han sido cancelados y tan solo dos eventos “están en el aire” y pendientes de confirmación.

La campaña de las Cabalgatas de Reyes, durante la que la empresa toresana “mueve” las 34 carrozas de las que dispone, según reconoció Roberto Costillas, supone el 80% de los ingresos totales del año, aunque requiere un importante esfuerzo y recorrer miles de kilómetros para mostrar sus creaciones en diferentes puntos de España. Por la pandemia, los hermanos Costillas también han tenido que ralentizar el ritmo de trabajo, a la espera de que puedan retomarse los pedidos, así como recortar la inversión en material para “consumir menos” y contener el gasto.

No obstante, en los últimos meses han logrado finalizar dos nuevas carrozas, aunque también han reformado otras obras, creaciones que almacenan en la nave de 2.000 metros cuadrados en la que desarrollan su trabajo y que están preparadas para desfilar en el momento en el que se permita la celebración de eventos multitudinarios. Por otra parte, Costillas reconoció que si la actual situación de crisis provocada por el COVID se hubiera producido en los inicios de la empresa “tendríamos que haber cerrado”, pero los once años de experiencia acumulada y la tranquilidad de “no tener deudas” invitan a “mirar al futuro” con optimismo.

Juan Pedro Álvarez es otro de los artesanos de ilusiones que, en la localidad vallisoletana de San Román de Hornija, da rienda suelta a su imaginación en dos naves adosadas en las que almacena medio centenar de carrozas y otras piezas sueltas que pueden adaptarse para crear otros 18 montajes. Desde hace 32 años, se dedica a la construcción de carrozas y, en sus inicios, organizó durante varios años la Cabalgata de Zamora. Con el paso de los años, sus montajes son cada vez más demandados por Ayuntamientos de diferentes puntos del país para sus Cabalgatas de Reyes, pero este año sus creaciones no podrán llenar de magia e ilusión las calles por una recomendación que Juan Pedro no comparte, ya que considera que se podrían haber organizado cortejos reales con las medidas de seguridad que se aplican en otros eventos.

Como posibles alternativas propone que las Cabalgatas se celebren en recintos al aire libre con varios pases o que se amplíen los recorridos por las calles para que los espectadores puedan repartirse a lo largo del trayecto, lo que evitaría aglomeraciones y que niños y adultos tuvieran la oportunidad de revivir la noche más mágica del año. La recomendación de no celebrar las Cabalgatas ha frustrado los contratos que tenía previsto cerrar y, en su opinión, “no hay proporcionalidad” en las restricciones, ya que mientras que las empresas de carrozas “no podemos trabajar” sí se permite la instalación de iluminación navideña en las calles, lo que genera masificaciones con el consiguiente riesgo de propagar la enfermedad.

Para su empresa, la cancelación de las Cabalgatas de Reyes supone que, este año, “no facturemos nada” y prescindir de varios empleados, aunque tampoco podrá optar a ayudas prorrogadas en la segunda ola del COVID, ante la previsión de que durante las fiestas de Navidad pudieran celebrarse los desfiles. Juan Pedro solo espera que la cancelación de los cortejos reales contribuya a “parar” los contagios y que, el próximo año, sus carrozas puedan volver a recorrer las calles para repartir ilusión.