La Natividad de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Canto, es una de las fiestas más arraigadas en el corazón de los toresanos y vecinos del alfoz que, cada año, renuevan su devoción a la Patrona. Aunque la fiesta se caracteriza por el júbilo, la alegría, la hermandad y el fervor, el COVID ha obligado este año a suprimir algunos de los actos centrales de una celebración que se ha tenido que limitar al culto religioso y a un concierto de la Banda de Música La Lira, por el temor a posibles brotes.

Para evitar aglomeraciones en la ermita, la cofradía y la corte, de acuerdo con los párrocos de la ciudad, programaron hasta cinco misas que fueron oficiadas por la mañana, aunque la que congregó a un mayor número de devotos fue la solemne eucaristía de fiesta. La Policía Local y Protección Civil colaboraron con la cofradía para que los vecinos respetaran las normas sanitarias y de prevención instauradas para la fiesta, que fueron acatadas con responsabilidad. El limitado aforo fijado para seguir la eucaristía de fiesta obligó a muchos toresanos a seguirla desde el atrio y las inmediaciones de la ermita.

Durante la homilía de la misa, que fue concelebrada por cinco sacerdotes, Juan José Carbajo destacó que la Virgen del Canto “es del pueblo” y ensalzó a todas aquellas personas que cada día se acercan a la ermita para desear buenos días o noches “a la mejor vecina del pueblo”, gestos que definió como “un ejemplo para las generaciones venideras”. En su alocución, Carbajo destacó que la Virgen del Canto “es honrada y venerada, la piedra firme en la que se asientan los cimientos de esta ciudad que desde siglos la proclama su madre, su señora y su patrona”. Ya por la tarde, los fieles devotos regresaron a la ermita para participar en el rosario y la novena y para entonar el himno de la Virgen del Canto. La Banda de Música La Lira se sumó a la fiesta con un concierto en honor de la Patrona.