Con prudencia y responsabilidad los toresanos encaran, poco a poco, la "nueva normalidad" post coronavirus gracias a la reactivación del tejido productivo y a la reapertura de instalaciones municipales, pero con aforos limitados y adaptados a las exigencias de la fase 3 de la desescalada. La triste estampa de unas calles vacías durante el confinamiento ha dado paso a la más habitual de una ciudad como Toro, en la que sus vecinos han comenzado a reencontrarse con familiares, amigos y conocidos en los comercios, en los que pueden realizar compras sin horarios limitados, o disfrutar de su tiempo de ocio en las terrazas de los bares y cafeterías, paseando o practicando deporte en instalaciones municipales que han reabierto sus puertas. Mientras que el pequeño comercio funciona a pleno rendimiento, salvo contadas excepciones de locales que atienden a los clientes con cita previa, la hostelería sigue la misma tendencia y los pocos negocios que permanecen cerrados reabrirán sus puertas a lo largo de los próximos días, una vez que los clientes también pueden acceder al servicio de barra.

Más lenta es la recuperación de la restauración que, por el momento, se ha activado en un pequeño porcentaje, y mientras algunos restaurantes han aprovechado el "parón" para renovar su oferta gastronómica, otros esperan la reactivación del sector turístico cuando se permitan viajes entre provincias. A esta apertura de "fronteras" también espera el sector hotelero que, al igual que la restauración, depende en gran medida de la capacidad de Toro para volver a atraer a turistas. Un primer paso para conseguir este objetivo es la reapertura de cinco de las iglesias más destacadas del patrimonio toresano y la reactivación, en los próximos días, de la Oficina de Turismo.