Aunque reconocen haber sentido "miedo", Fernando Caballero y Rosa Tejeda, han afrontado con valentía la pandemia del coronavirus, porque eran conscientes de que tenían que seguir trabajando y estar cerca de sus clientes de siempre y de otros nuevos que, en la "Frutería Fernando" de Toro, adquieren productos tan esenciales en una dieta equilibrada como fruta y verdura. Desde hace más de tres décadas, el matrimonio se dedica a la venta de fruta y verdura y, durante su larga trayectoria profesional, nunca habían vivido una situación tan excepcional como la provocada por la pandemia, a pesar de que desde el inicio de la crisis sanitaria su negocio familiar ha permanecido abierto para abastecer de productos esenciales a sus clientes.

"Al principio teníamos mucho miedo", reconoció Tejeda, no tanto por las pérdidas económicas que el obligado confinamiento y las restricciones del estado de alarma pudieran provocar en su negocio, sino por la posibilidad de contagiarse y de infectar a sus clientes. De hecho, durante las dos primeras semanas de la crisis sanitaria, Tejeda trabajó con mascarilla y una pantalla que un negocio toresano proporcionó a todos los comerciantes, medios de protección que no se quitaba hasta que llegaba a su casa y su marido le preguntaba "si le tenía miedo". Con el paso del tiempo, ambos profesionales se han acostumbrado a utilizar sin problemas los medios necesarios para minimizar riesgos, aunque también, como subrayó Tejeda, han tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias e intensificar otras medidas preventivas como "limpiar y desinfectar continuamente" o utilizar semanalmente una máquina de ozono para complementar la esterilización, tanto de los alimentos como del local.

El paso de los días ha permitido a Caballero y Tejeda recuperar en parte la sonrisa, aunque todavía "tenemos una sensación rara", sobre todo porque la pandemia ha provocado un cambio en el modelo de relacionarse con el cliente, y la cercanía que caracteriza y aporta valor añadido al pequeño comercio ha sido sustituida por la necesidad de "despachar corriendo a la gente y que se vaya", sin apenas intercambiar unas palabras de ánimo o aliento. De hecho, como matizó Tejeda, durante las últimas semanas ha podido apreciar "mucha tristeza" entre los clientes que accedían a su negocio, sobre todo por la incertidumbre generada por el coronavirus y su impacto en la sanidad o en la economía.

A pesar de que los primeros días de atención al público fueron complicados por la sensación de incertidumbre y, sobre todo, por el miedo a contagiar o contagiarse, Caballero y Tejeda, han podido comprobar que en momentos difíciles "la clientela de siempre nos ha respondido", e incluso han despachado los productos de su negocio a personas que "no habíamos visto nunca".

Para los comerciantes toresanos, la clave para mantener e incluso incrementar la clientela en las últimas semanas radica en la calidad del género, ya que los compradores demandaban productos que pudieran almacenar durante más de una semana para no tener que salir a la calle a realizar más compras. En los primeros días de cuarentena, el producto más demandando en la frutería fueron las naranjas, aunque a medida que pasaban los días los clientes han optado por otros de temporada e incluso han demandado en mayor medida berenjenas o espárragos para preparar nuevas recetas al disponer de más tiempo libre.

En su opinión, el pequeño comercio de alimentación ha jugado en las últimas semanas un papel clave para garantizar el abastecimiento de alimentos básicos, negocios por los que también han optado muchos clientes frente a otras superficies al ser conscientes de que el "género no lo había tocado nadie".

A nivel económico, Caballero y Tejeda han logrado mantener los ingresos para poder "salvar gastos", a pesar de que por la pandemia "se han perdido épocas de venta muy importantes" como la Semana Santa, en la que en su frutería dispensa "gran cantidad" de espárragos, legumbres o fruta que visitantes o toresanos que regresaban a la ciudad para revivir la Pasión "se llevaban" a sus lugares de residencia. Los comerciantes toresanos afrontan con optimismo el futuro y aunque podrían acogerse a alguna de las líneas de ayuda habilitadas para paliar el impacto económico de la crisis, no solicitarán ninguna porque son conscientes de que otros profesionales pueden necesitarlas para reactivar sus negocios. Tejeda justificó la decisión de no solicitar ayudas en que "como ciudadana creo que todos debemos ser responsables y generosos".