La situación excepcional provocada por el avance del coronavirus ha obligado a algunas bodegas a ralentizar su ritmo de trabajo diario, aunque gracias a la provisión de suministros por parte de sus proveedores les ha permitido mantener la producción. No obstante, en los últimos días, las empresas también han llevado a cabo en sus instalaciones trabajos de mantenimiento y han realizado labores de embotellado o etiquetado de los nuevos vinos.

Aunque la actividad en las bodegas no ha cesado, Nalda reconoció que todas han tenido que adoptar los "protocolos de prevención" de contagio por coronavirus establecidos por las autoridades sanitarias. Así, además de guardar la distancia de seguridad recomendada entre los operarios, la utilización de guantes, mascarillas o geles desinfectantes, en algunas empresas también se realiza un control de la temperatura tanto a los trabajadores como a las personas que acceden a las instalaciones.

Al margen de adoptar medidas de protección para sus empleados, algunas bodegas también han activado un protocolo de seguridad específico para atender a proveedores o repartidores. Así, en el exterior de sus instalaciones han colocado una mesa provista de geles de desinfección o bolígrafos para que los transportistas firmen la entrega y se laven las manos. Por último, las bodegas han tenido que clausurar sus despachos de venta directa y suspender las actividades de enoturismo.