Enmarcada en una caja ovalada de plata, la reliquia de san Valentín fue venerada ayer en la Colegiata de Toro, templo que, según detallan diversos documentos históricos, custodia el cráneo del santo patrón de los enamorados desde el siglo XVI. Una vez concluida la misa mayor, el párroco José Alberto Sutil Lorenzo, invitó a los feligreses a revivir la tradición de besar la reliquia de san Valentín que, como explicó, no solo es el patrón de los enamorados sino que también, por tratarse de un mártir que murió decapitado, su intersección es invocada por aquellos que padecen dolencias como dolores de cabeza, jaquecas o migrañas. No obstante, el párroco también indicó a los feligreses que, al besar la reliquia, podían pedir al santo protección y amor para sus familias. Tras extraer la caja ovalada de plata con cerco de puntas de sierra del relicario que protege el cráneo de San Valentín, los toresanos pudieron besar la reliquia y renovar sus peticiones al santo más implorado por los enamorados.

El cráneo del santo romano es una de las reliquias más importantes que atesoran las iglesias de Toro y que recaló en la Colegiata después de que el nuncio de Pablo III concediera al capellán del emperador Carlos I, Diego Enríquez, licencia para que fuera custodiada en el templo toresano, aunque también autorizó diversas indulgencias para los fieles que visitaran los restos. Fue en el año 1682 cuando el canónigo de la Colegiata, Valentín Tejederas, consiguió que el Papa Inocencio XI concediera indulgencia plenaria cada siete años a todos los fieles que visitaran la capilla del santo y veneraran su reliquia, además de conceder el jubileo a los hermanos de la cofradía de San Valentín. La hermandad fue una de las más importantes de la ciudad y disfrutaba de distintos privilegios, tales como que los caballeros que pertenecían a ella no tenían que descubrirse ante el rey. Aunque la cofradía desapareció en el siglo XVIII, Toro ha logrado preservar la tradición de besar la reliquia del santo.