Toro revivió ayer, 40 días después de la celebración de la Navidad, la fiesta de las Candelas, tradición muy arraigada en la ciudad hasta la década de los años 40 y que fue recuperada hace un lustro. La Colegiata fue, un año más, el lugar elegido para rememorar la festividad de Las Candelas que tuvo lugar durante el ofertorio de la misa mayor y que fue seguida por numerosos feligreses. La asociación etnográfica "Tierras de Toro" fue la encargada de revivir en el interior del templo la fiesta, en la que también colaboraron varios "amigos" que acompañaron a los integrantes de la agrupación durante la procesión celebrada por el interior del templo y en la ofrenda del bollo maimón y de dos palomas tórtolas.

Uno de los promotores de la recuperación de la fiesta en Toro, Mario González, fue el encargado de entonar la popular petición por la que solicitó al párroco, Jesús Campos, permiso para que una pequeña imagen de la Virgen con el Niño entre sus brazos y portada a hombros por cuatro mujeres, pudiera procesionar por el interior de la Colegiata, permiso que fue concedido porque "la Virgen está en su casa", matizó el sacerdote. El ritual de la petición dio paso al sencillo pero emotivo desfile procesional, durante el que los integrantes de la asociación etnográfica toresana y otras personas que colaboraron en la fiesta portaron velas encendidas y lucieron, para la fiesta, trajes típicos de la zona, las mujeres, y capa castellana los hombres.

Los participantes, también entonaron durante el desfile la canción popular "Dos de febrero", fecha en la que se celebran Las Candelas. La imagen de la Virgen fue depositada en el altar mayor tras la ofrenda del bollo maimón y de las dos palomas tórtolas que simbolizan la paz y que fueron puestas en libertad en el mirador del Espolón, desde la puerta lateral de la Colegiata.

Para los cristianos la Candelaria representa la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén aunque, como recordó González, también se relaciona popularmente con la "cuarentena" de las mujeres tras el parto, de ahí que 40 días después del nacimiento de Jesús, éste fuera presentado en brazos de su madre. De hecho, en la tradición judía, las madres tenían que esperar 40 días después del parto para purificarse y, hasta entonces, no podían presentar al bebé ante las autoridades religiosas, solemne ritual que se materializaba con una sencilla ofrenda y la bendición de velas encendidas.

La fiesta fue recuperada en Toro en 2015 después de varias décadas relegada al olvido y a pesar de que la Colegiata llegó a contar con una cofradía dedicada a las Candelas. El pasado año, la celebración no pudo organizarse por lo que este año, González, en representación de la asociación etnográfica propuso a los párrocos de la ciudad retomar una tradición muy vinculada a la historia de Toro. El apoyo de los párrocos ha sido imprescindible para recuperar la fiesta de las Candelas que ayer volvió a celebrarse en el interior de la Colegiata de Toro durante el ofertorio de la misa mayor, tras valorar que la vuelta a los orígenes y al pasado es fundamental para afrontar el futuro.

El ritual en el interior del templo se desarrolló en un ambiente de respeto, emoción y solemnidad y muchos feligreses recordaron épocas pasadas en las que la ciudad celebraba, cada 2 de febrero, las Candelas. Para recuperar la fiesta en 2015, los promotores de la idea, en estrecha colaboración con los entonces párrocos de la ciudad, llevaron a cabo un exhaustivo estudio del desarrollo de las Candelas en épocas pasadas, tanto en la ciudad como en los municipios que forman parte del alfoz toresano. Textos antiguos, recuerdos y vivencias personales aportadas por vecinos mayores sirvieron para readaptar una fiesta, que ayer volvió a brillar con luz propia en la Colegiata de Toro.